Oleada de atentados independentistas corsos, con explosivos, en París y la región provenzal
La Policía francesa parece que había previsto la noche azul, sin víctimas humanas, desencadenada el jueves en París, Marsella y Aix En Provence, por el Frente de Liberación Nacional de Córcega (FLNC), el movimiento clandestino separatista de la isla de belleza.
Es la primera vez que el FLNC interviene en territorio continental desde que los socialistas accedieron al poder, en mayo de 1981. Las 15 explosiones del jueves anuncian el comienzo de un desafío en toda regla contra el Gobierno francés por parte del grupo extremista que reivindica la independencia de la isla.Perfectamente sincronizadas, en el espacio de una hora y media, cinco cargas de dinamita explosionaron en otras tantas estaciones terminales parisienses: las cuatro grandes ferroviarias (Saint Lazare, Austerlitz, la de L'Est y Montparnasse) y el terminal de la compañía. aérea Air France, ubicado en la explanada de los Inválidos.
En Marsella, seis cargas provocaron destrozos en dependencias de la Administración pública, entre ellas una oficina de correos y la alcaldía.
Objetivos de la misma naturaleza fueron alcanzados por los tres atentados de Aix En Provence, así como por uno más en Alfortville, ciudad cercana a París.
La intención precisa de estas acciones terroristas del FLNC está claramente reflejada en dos de ellas, en Marsella y Alfortville. De la primera ciudad es alcal de Gastón Defferre, ministro del Interior, y de la segunda Joseph Franceschi, secretario de Estado de la Seguridad, responsable de la Policía.
Los dos cartuchos depositados en el buzón del Ayuntamiento de Alfortville fueron descubiertos momentos antes de que explosionaran.
Defferre y Franceschi han sido los artesanos de la operación policial que, desde el inicio de 1983, con el super policía Robert Broussard al frente, ha diezmado los medios independentistas. Con eficacia y perspicacia reconocidas por todos, Broussard ha demostrado en pocos meses a los corsos que al amparo de sus siglas. actuaban delincuentes de derecho común. El propio movimiento clandestino lo ha reconocido.
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