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Cuatro años del Parlamento de Navarra (23 de abril de 1979 - 23 de abril de 1983)

La actividad desarrollada por el Parlamento foral de Navarra durante los últimos cuatro años ha sido positiva, en opinión del autor de este artículo. El dirigente socialista estima que la Cámara ha servido para polarizar la vida política de la región y Eta puesto en marcha normas de gran trascendencia.

Navarra fue hasta 1512 un Estado soberano que se gobernaba por su dinastía privada. La incorporación a la Corona de Castilla, hecha en Cortes de Burgos de 11 de junio de 1515, se lleva a cabo "guardando los Fueros y costumbres dé dicho Reino".Por esta incorporación, que sólo implica una unión de Estados soberanos, queda Navarra "reino de por sí", "distinto en territorio, jurisdicción y leyes", siendo una unión "eque principal". Los reyes y príncipes se juran con independencia de Castilla, y la numeración de los mismos es distinta en cada país hasta Isabel II, a la que se proclama en Pamplona como Isabel I de Navarra.

Las Cortes legislan con el Rey. Las leyes, las disposiciones generales a manera de. ley y las ordenanzas decisivas no se hacen sino a pedimento y con voluntad, consentimiento y otorgamiento de los tres Estados. Y no se trata en ellas de concesión de servicio mientras no se reparen los contrafueros o agravios que presenta el Reino.

Los concurrentes a Cortes no pueden ser encarcelados ni arrestados por causa ninguna por todo el tiempo que estuvieran en ellas. Las Cortes deben reunirse, a más tardar, de tres en tres años, excepto si el plazo estuviere prorrogado por las últimas celebradas. Si elRey no las convocara a tiempo, la Diputación Permanente se lo hace presente. El Rey abre y cierra las sesiones en persona o por medio del virrey. Los tres Estados no pueden deliberar en presencia de uno o de otro.

Desde finales del siglo XVIII hasta 1841 son muchas las actuaciones de la Corte centralista que intentan terminar con el régimen político de Navarra, en buena parte insostenible ya en el mundo contemporáneo. El intento es ya una agresión entre los años 1833 y 1841, complicado todo por la guerra carlista, en la que Navarra se juega su pasado y su porvenir.

Tras el Convenio de Vergara, los liberales navarros, que aborrecen más que nadie al antiguo régimen, se avienen fácilmente -demasiado fácilmente, porque confunden las instituciones con su mal uso- con,el Gobierno liberal de Madrid, y la Ley de 16 de agosto de 1841 se aprueba cómodamente por las dos Cámaras, sobre las bases anteriomente convenidas por las Comisiones de Navarra y de la Administración del Estado.

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Situaciones anórnallas

Aunque entonces nadie parece juzgar compatible las Cortes Generales y un Parlamento regional, no se excluye, sin embargo, la Administración autónoma. La Ley de 1841 así lo confirmó. Pero la mayoría del pueblo navarro no quedó satisfecha con la Ley Paccionada. Se salvó lo que se pudo, pero nada más. La llamada reintegración foral, aun explicada de muy diversas maneras, ha sido una reivindicación casi unánime de nuestro pueblo. Una institución legislativa fue siempre el primer objetivo.Al desaparecer las Cortes, la Diputación Foral hubo de asumir funciones legislativas para el desarrollo, y hasta la supervivencia, de su autonomía; situación anómala o atípica, como atípicos fueron el pacto de 1841 y la situación global de Navarra dentro de un Estado tan unitario como ha sido el nuestro. Los intenios de la Diputación Foral de 1898 para sustituir,de alguna forma la Cámara legisilativa por un Consejo administrativo, compuesto por los mayores contribuyentes o por ex diputados forales con ciertas atribuciones en el sector de las competencias económicas y administrativas no fueron muy felices, pero marcaron un primer paso.

El Consejo fue potenciado por un decreto-ley paccionado, de 4 de noviembre de 1925, en sus facultades en materia municipal, y compuesto desde entonces mayoritariamente por representantes de los municipios navarros.

No se llegó a nada nuevo concreto durante la II República, y las cosas siguieron como estaban, a pesar de los esfuerzos llevados a cabo por aprobar uno u otro Estatuto de autonomía.

Hubo que esperar a 1979, cuando la Constitución democrática ya aprobada y la necesidad de coordinarla con las instituciones riavarras exigieron el Real Decreto pactado 121 / 1979, de 26 de enero, que constituyó la base jurídica del nuevo Parlamento Foral. El acuerdo, que formaliza el real decreto citado, establece como órgano foral -competente el Parlamento de Navarra, elegido por sufragio universal a través de las Merindades históricas, para decidir en el "contencioso Navarra-Euskad?Asume además las competencias y atribuciones que hasta ahora ejercía el Consejo Foral, así como las de aprobar las propuestas que debe formularle la Diputación sobre las cuestiones que afecten a la integridad, garantía y desarrollo del régimen foral y a la principal actividad económica y fiscal de Navarra.

El Parlamento Foral tendrá también como tarea primordial preparar, junto con la Diputación, el futuro de las instituciones políticas de Navarra.Cuatro años de experiencia

En estos cuatro años hemos tenido de todo: abandonos, ausencias colectivas, detenciones y encarcelamientos, algaradas, encierros en el mismo Parlamento, escisiones de grupos, suspensiones de plenos, expulsiones de parlamentarios ... Pero, sobre todo, hemos trabajado de lo lindo día tras día, semana tras semana, mes tras mes.

Desde el 23 de abril de 1979 hasta hoy, el Parlamento de Navarra se ha reunido en 41 sesiones plenarias, con 56 días de debate. La Mesa ha tenido 178 sesiones, 116 de ellas en compañía de la Junta de Portavoces. El Pleno aprobó 75 leyes. Algunas tan importantes como la ley presupuestaria; la de la Cámara de Comptos, que dio origen a este Tribunal, el primero en España; la de la Reforma de las Haciendas Municipales o la de la Función Pública; la ley del Gobierno y Administración de Navarra, etcétera.

El Parlamento de Navarra ha conseguido clarificar nuestra oscura y laberíntica vida política, polarizándola en torno a él; nos ha reconciliado democráticamentecon nuestra historia, cultivándonos la conciencia del pueblo que hemos sido, somos y, sobre todo, podemos ser; nos ha hecho posible y apetecible el diario ejercicio democrático que ninguno de nosotros conocía.

El 15 de marzo de 1982 el Parlamento Foral aprobó, en sesión verdaderamente extraordinaria y solemne, el texto negociado y pactado sobre Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra. Desde la solicitud a la Diputación de un proyecto de bases hasta1a aprobación de este texto definitivo, ésta ha sido la obra principal del Parlamento: dentro de un mes, Navarra tendrá un Gobierno y un Parlamento hechos y derechos, con todas las competencias y facultades en regla. Aunque sólo sea por ello, merecía la pena su existencia.

Pero nuestra obra no sólo ha sido legisladora e impulsora-controladora de nuestro órgano ejecutivo, que es la Diputación Foral. El Parlamento ha sido, como debe ser, el centro político de Navarra durante estos cuatro años. A la Presidencia, a la Mesa, a las Comisiones y al Pleno han llegado todos los problemas, necesidades, inquietudes y esperanzas de los navarros.

Dentro y fuera de Navarra hemos hecho un gran esfuerzo por hacer conocer esta primera institución democrática: a través de visitas a los ayuntamientos y concejos, y a otros Parlamentos y comunidades autónomas; por medio de publicaciones propias; encuentros con representantes de entidades culturales y profesionales; visitas de hombres de Estado y políticos de otros pueblos de España.

Contra viento y marea de quienes acosan cada día nuestras instituciones porque quieren convertirlas en añicos o uncirlas a la comunidad autónoma vasca; frente a todas las dificultades, externas o internas, y a nuestros propios errores, que siempre hemos sabido superar, el Parlamento de Navarra, cabeza y corazón de nuestro sistema democrático parlamentario y foral, está en pie y goza de buena salud.

Victor Manuel Arbeola es presidente de laComisión Permanente del Parlamento de Navarra.

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