Gustavo Torner: "Quiero estar siempre al borde del precipicio, sin caer en él"
El pintor abre en Madrid dos exposiciones y explica su larga ausencia
Gustavo Torner (Cuenca, 1925) presenta en Madrid su obra en una doble exposición: cuadros y esculturas en la galería Theo, y collages en Cellini. Artista de múltiples recursos creativos, en su trayectoria coexisten las facetas de pintor y escultor con la dedicación al interiorismo, a la decoración arquitectónica, la escenografía teatral o el diseño de instalaciones museísticas o expositivas. Estas dos muestras que ahora nos ofrece suponen su regreso -al panorama madrileño tras una ausencia de 12 años, apenas interrumpida por una retrospectiva (Multitud) y una selección de collages (Rayuela). El propio artista nos da las razones de tan dilatada ausencia, de la que regresa con su propósito de siempre: "Quiero estar al borde del precipicio, pero sin caer en él".
"La realización de esculturas monumentales, la arquitectura de interior entendida como un diseño global, esos y otros trabajos fueron ocupando tanto mi tiempo en esos años que apenas podía pintar. Hubo años que sólo hice un par de cuadros, y muchos fueron piezas de gran formato, incluso de encargo. Porque yo acepto el encargo siempre que me atrae el problema de tipo intelectual que plantea".Pregunta. Respecto a esa alusión a las múltiples facetas de su trabajo, ¿existe entre todas ellas una unidad en cuanto al concepto creativo?
Respuesta. La idea sería, y eso a posteriori puede verse en esta misma exposición, la de intentar hacer unidades a partir de pluralidades, en el sentido de que no creo que existan elementos contradictorios, sino que el problema consiste siempre en saber plantear cuál es el tipo de relación. Esa idea me interesa siempre. En una casa, por ejemplo, donde la condición principal es, por supuesto, el que sea habitable, yo he roto a menudo con la idea tradicional de decoración para plantearla como un paisaje.
P. Entre sus múltiples facetascreativas, ¿podríamos hablar en todas ellas de una intención escenográfica, en el sentido clásico?
R. Cada una tiene en realidad sus problemas. Podríamos también hablar de un sentido ceremonial, pero también de un interés por lo íntimo. Pero sí hay una tendencia a lo escenográfico. De hecho, entre los grandes personaje del arte siento una particular fascinación -y ello puede dejar claras muchas cosas- por un Bernini o un León Battista Alberti. Pero, a la vez, yo colocaría ahí a Mondrian, que para mí es el gran pintor de nuestro siglo.
P. Una característica de su trabajo es la no existencia de una unidad de estilo, en sentido convencional.
R. En efecto. Fernando Zábel dijo en una ocasión que en mi obra el estilo es el modo de pensar, y no la repetición de una forma. Esa repetición, que puede atraerme en otros, en mi caso me molesta. Pero no es una actitud insólita, sino que la podemos encontrar en un Picasso o en un Paul Klee. Últimamente pensaba en un comentario de Eliot sobre Tierra baldía en el que dice que el único arte posible en una sociedad que se desmorona es el collage, puesto que no permite recuperar lo aprovechable. Puede que ello tenga que ver, aunque no de modo consciente, con mis cuadros, que son siempre una unión de elementos. Pero también juega en relación con mi obra la fascinación por la ciencia en su vertiente de investigación. Cuando ya sé lo que un material va a darme, pierdo el interés por él. Quiero estar siempre al borde del precipicio, aunque, por supuesto, sin caer en él.
Babelia
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