La Gomera, la isla más desasistida del archipiélago canario
La muerte de una niña de once meses en la madrugada del día 4 de Marzo pasado, al estar suspendido el servicio del transbordador, único medio que une la isla con el exterior, puso de manifiesto el aislamiento y la indefensión en que viven los habitantes de La Gomera, pequeña isla canaria poblada por unas 20.000 personas. Aquella noche, la pequeña Bárbara Paz Cabrera, que sufría una grave enfermedad, falleció mientras esperaba un helicóptero en una improvisada pista para ser transportada a Tenerife. La Gomera es la única isla del archipiélago que no tiene aeropuerto. Sus condiciones sanitarias son inadecuadas.
Desde hace diez años funciona el transbordador entre la capital, San Sebastián de la Gomera, y Los Cristianos, en Tenerife. El puerto de San Sebastián fue construido en 1956. Sin embargo, la sensación de aislamiento no se aleja de los campesinos de esta isla, encerrados en su marco natural, entre montañas, distantes entre sí. "La isla vive un triple aislamiento", señala el senador Carlos Bencomo. "Aislada del continente, aislada de las dos capitales canarias y aislada, además, en sí misma, dividida en compartimentos estancos por su peculiar orografía"."La gente se marcha para no volver. La emigración sigue", afirma Virgilio Brito en su pueblo, Hermigua, desde donde se define .gomero de los pies a la cabeza". Su amor por la tradición le ha llevado a crear un museo de artesanía popular, que es un testimonio de este pasado. "La gente vive con la sensación de que no se la tiene en cuenta, de que está abandonada", señala, y es fácil explicárselo en medio de esta geografía encrespada, abrupta y boscosa. Desde este vértigo ha ido despoblándose progresivamente la isla, que si al finalizar la guerra contaba con unos 40.000 habitantes, hoy sólo tiene la mitad. En Tenerife viven tantos gomeros como en su isla. La emigración se orientó primero hacia Cuba y después hacia Venezuela y el éxodo no ha cesado.
Desde aquí, Colón emprendió el descubrimiento de América. Una cierta orfandad política de la isla ha ido restando importancia con el tiempo a su papel en la gesta colombina.
Manuel Hernández Santos tiene 73 años y mientras remueve la tierra con la azada explica que sus hijos están en el extranjero. "El más pequeño vive aún aquí; otros están en Venezuela y Alemania", dice. Él, que nació en Arure, en un extremo de la isla, en el municipio de Valle Gran Rey, continúa en el mismo sitio; pertenece a una agrupación folklórica que conserva la tradición de las chácaras y el tambor, con la que viajará a Caracas dentro de unas semanas.
La sequía ha afectado seriamente en los últimos años a la agricultura. Los ayuntamientos de la isla han solicitado que se declaren zonas catastróficas las perjudicadas por un reciente temporal de viento, que destrozó gran parte de las plantaciones. Una crisis como ésta, si reparamos en la dependencia familiar del campo, puede causar una estampida migratoria. Las autoridades municipales saben que es poco probable que el Gobierno declare esas zonas catastróficas, al estar amparados por seguros agrarios, y confían en que, al menos, los damnificados reciban una compensación.
La soledad de estos habitantes, que en La Laja cuidan sus cabras y consumen el queso y en Chipude practican la alfarería indígena; que en Cedro bailan una vez al año con aires prehispánicos y en Garajonay rinden culto a la naturaleza, es un patrimonio aún no violado por el incipiente turismo. En la misma marginación de estos barrancos están, a su vez, las señas de identidad de este pueblo. José Morales Sánchez, que agita el zurrón para amasar el gofio, alimento esencial, interrumpe esta faena para demostrarnos "cómo silba el pueblo gomero". El lenguaje silbado, que ha sido estudiado por filólogos, como el profesor canario Trujillo Carreo, ha sido el medio de comunicación utilizado por los habitantes de La Gomera para salvar las largas distancias y las dificiles conexiones del interior. José Morales, de 25 años, vive en Igualero, el poblado más alto de la isla, y conserva esta tradición, cada vez más en desuso. El silbo es todo un símbolo del aislamiento gomero.
Una isla frágil como ésta se resiente cuando surge algún problema en sus carreteras, de las que no está mal dotada. Durante tres meses estuvieron paralizadas las comunicaciones entre San Sebastián, Vallehermoso y Hermigua al derrumbarse la vía principal.
Los habitantes del sur de la isla son pescadores, frente a los del norte, que tradicionalmente han sido agricultores. En los últimos años, la actividad pesquera ha ido a menos. Las factorías han sido cerradas o han reducido su producción en Valle Gran Rey y Playa Santiago. Desde este último puerto partieron, hace unos meses, en una pequeña embarcación tres pescadores hacia una isla cercana, Hierro, y sufrieron un temporal del que los salvó un barco argelino, que les condujo a los Estados Unidos, adonde se dirigía. Son las dificultades de desarrollo las que obligan a mucha gente a buscar el futuro en otra parte. "Ésta es una isla incubadora. Los jóvenes se marchan a estudiar y no vuelven", señala Virgilio Brito, que hasta hace poco era delegado de Cultura de La Gomera. En verdad, la isla registra una alta tasa de universitarios que no retornan. La enseflanza no es un servicio deficiente en La Gomera y el acceso a la educación es facilitado por los ayuntamientos y el Cabildo, que subvencionan el transporte escolar.
Culturalmente muerta
"Pero no hay hábitos culturales. Culturalmente, la isla está muerta", afirma Bencomo Ramos, que es presidente del Patronato del Parque Nacional de Garajonay, creado en abril de 1981. "Ésta es la única ventaja que tiene la isla: su conservación del medio ambiente, su respeto hacia la masa forestal, hacia el bosque, fuente vital de recursos", señala. Son 43 los endemismos -plantas aborígenes- inventariados en La Gomera. La miel de palma es un ingrediente particular de la repostería gomera.
Hay un silencio general en toda la isla. El hombre trabaja en el huerto familiar y cuida sus cabras y gallinas, respaldado por los profundos riscos que dominan el territorio. Falta espacio para un aeropuerto, dicen algunos, pero el pueblo comenta que alguien ha puesto trabas a la idea de crearlo. El Cabildo ha estudiado ya un posible emplazamiento. Entretanto, el director general de Infraestructura del Transporte, que visitó días pasados la isla, prometió la construcción de varios helipuertos, que resuelvan en parte el aislamiento.
Mañana:
Informe: Extremadura.
Reportaje: Fregenal de la Sierra.
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