Las elecciones en Euskadi, un ensayo de cara a las autonómicas de 1984
Las elecciones locales no están despertando entre los ciudadanos de Euskadi la expectación que suscitaron anteriores confrontaciones electorales, como así lo indica la escasa asistencia a los mítines. De hecho, da la impresión de que los propios estados mayores de los principales partidos vascos consideran la convocatoria del 8 de mayo más como un ensayo general para las elecciones autonómicas, que se celebrarán antes de un año, que como una referencia política en sí misma. La frialdad del público contrasta con el calor que ponen los partidos en sus declaraciones. De todas formas, la campaña de Bilbao subió de tono durante este fin de semana con la entrada en liza de José Luis Robles, candidato nacionalista a la alcaldía de Bilbao.
"Van a tener gobierno nacionalista para rato", dijo el sábado en Sestao el lendakari Garaikoetxa, ilustrando así con sus palabras que su pensamiento está más en las autonómicas de 1984 que en la cita del día 8. El lendakari, que está participando muy activamente en la campaña -en contraste con la escasa presencia en Euskadi de representantes del Gobierno socialista- justificó el eslogan de su partido: "Ésto marcha", aludiendo a "los avances conseguidos en todos los campos abarcados por el manojo de competencias que pudimos arrancar y con el que estamos intentando salvar todos los agujeros que nos dejó la dictadura".También los socialistas parecen tener más interés en las elecciones autonómicas que en las locales. Su campaña se está apoyando en la búsqueda deliberada de la polarización entre nacionalismo y no nacionalismo, y de ahí,por ejemplo la reciente petición de voto al potencial electorado de la derecha realizada por Txiki Benegas en Álava. Esta línea parece indicar la superación de las divergencias que dividieron en el pasado a los socia listas vascos respecto a la actitud a adoptar -búsqueda del pacto o enfrentamiento frontal- en rela ción al PNV y las instituciones do minadas por los nacionalistas.
Contener la abstención
Este tipo de campaña -cuyo éxito dependerá fundamentalmente de la contención de la tendencia a la abstención, y cuyo riesgo es que la polarización llegue a tensar tanto la situación que los beneficiarios finales de la misma sean los sectores más radicales- tendrá su prueba de fuego en Bilbao y localidades industriales de las márgenes del Nervión. De ahí que la batalla por la alcadía de la capital vizcaína se haya convertido en el símbolo máximo de la confrontación entre nacionalistas y socialistas.
El 28 de octubre el PNV obtuvo en Bilbao 80.000 votos, por 70.000 conseguidos por el PSOE. La coalición de derechas encabezada por AP y UCD fue votada por 40.000 electores, Herri Batasuna por 27.000 y Euskadiko Ezkerra por 16.000. De mantenerse esta tendencia, el nombre del alcalde dependerá de la actitud que adopten los concejales electos de las otras fuerzas. Dando por supuesto el apoyo de EE al candidato socialista, y por muy probable la abstención de HB a la hora de optar entre un alcalde del PNV o un alcalde del PSOE, los concejales de la coalición AP-PDP-UL tendrán probablemente en sus manos la llave de la decisión.
El PNV parece ser consciente de que el desafío -y la principal amenaza para su actual hegemonía en las tres capitales vascas- viene de Bilbao. Xabier Arzallus, en un mitin celebrado en el barrio de Uríbarri, rindió homenaje al todavía alcalde, Jon Castañares, y contrapuso la figura del candidato nacionalista, José Luis Robles, "hijo de un maquinista de la Renfe", a la de José Luis Ibáñez, candidato del PSOE, "un señor de Valladolid que fue falangista en su niñez, que hizo oposiciones para fiscal y llegó aquí para trabajar en una caja de ahorros".
José Luis Robles, que ha pasado una semana documentándose en la alcaldía de Bruselas -ciudad en la que apreció no pocas coincidencias con la problemática muni cipal de Bilbao- se presentó ante los informadores en una reunión celebrada a última hora de la noche del sábado. Robles se mantu vo fiel a su compromiso (que ¡mpuso como condición a su partido antes de aceptar la candidatura) de evitar toda descalificación o ataque personal a los demás can didatos. Su oferta electoral, o al menos aquellos puntos en los que puso mayor énfasis, constituye un catálogo de lo que no ha hecho la corporación que ha presidido su correligionario Castañares desde 1979: planificación plurianual, "sin preocupamos de si seremos nosotros quienes terminemos las obras que iniciemos", atención prioritaria a los barrios, potenciación de la actividad cultural de base, creación de zonas deportivas y espacios verdes y saneamiento de la ría del Nervión.
Acusaciones de sectarismo
Con el refuerzo de José Federico de Carvajal, de Carmen García Bloise y de Nicolás Redondo, que participaron en diversos mítines celebrados durante el fin de semana en la provincia, el candidato Ibáñez apoyó sus intervenciones en la crítica a la falta de espíritu democrático evidenciado por los nacionalistas en el Ayuntamiento bilbaíno, así como en la denuncia de la incapacidad de estos últimos para actuar de acuerdo con una planificación racional de objetivos y prioridades, y criticó la "falta de transparencia informativa" y el "sectarismo cultural" del PNV.
Herri Batasuna reunió a unos 6.000 participantes en un mitin celebrado en el velódromo de Anoeta de San Sebastián. La asistencia fue la mayor registrada en un acto electoral en el País Vasco en lo que va de campaña. Los oradores repartieron por igual sus críticas contra el PNV y el PSOE. Iñaki Esnaola interpretó la fracasada convocatoria de "mesa para la paz" como la prueba de que "cuando se han planteado la paz y la democratización de Euskal-Herria han acudido a nosotros porque se han dado cuenta de que sin nosotros no hay nada que hacer". Reiteró Esnaola la disposición de su partido a entablar conversaciones políticas, pero precisó que "para negociar ahí está ETA, que es la única organización que puede estabilizar la democracia".
Euskadiko Ezkerra eligió un ambiente festivo para enmarcar las intervenciones de sus líderes, y organizó, en la Feria de Muestras de Bilbao, un festival con cantantes que se prolongó hasta la madruagada de ayer y en el que participaron unas 12.000 personas.
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