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Tribuna
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Violadores

Rosa Montero

Los violadores, estupradores y raptores tienen suerte. Hasta ahora sus víctimas podían perdonarles el delito, con lo cual los violentos, estupristas y raptantes regresaban tan ricamente a sus labores sin cumplir ningún castigo. Y ahora la reforma del Código Pena¡ recoge el tema, puntualizando tan sólo que dicho perdón "no extingue la acción penal", una frase que no sé muy bien qué significa: a los perdonados, ¿se les va a rebajar la condena, o a casar con la violada, o a conmutar la pena por tres enérgicos capones de advertencia? Y, si el perdón no va a influir en la sentencia, ¿para qué diantres citarlo?.Se trata de una curiosa excepción dentro del Código, porque en ningún otro crimen se contempla el magnánimo perdón del agraviado. Habría que ver la cuchufleta judicial que se armaría si un presidente de Banco, es un decir, intentase perdonar al ladrón que le ha robado 100 millones; dijera lo que dijese el improbable banquero, los tribunales condenarían ejemplarmente al acusado, porque el robo es considerado un delito social, perverso y castigable en cualquier caso. Los violadillas, estupredadores y raptarios, en cambio, han sido puestos alegremente en libertad durante años. Bastaba con amedrentar un poco más a la víctima o con comprarle el perdón a ella y, sobretodo, a sus parientes. Porque hay familias que, puestas a vender el virgo de la niña, no encuentran gran diferencia entre venderlo por la vía conyugal o por una vía más violenta.

Al incluir la palabra perdón, se insinúa que hay mujeres a las que les da cierto gustirrinín el ser violadas: es el salvaje éxtasis de ser desgarrada en un solar. Como si la violación no fuera un delito en sí, una aberración objetivable, sino que dependiera de cómo se lo tome la atacada: allá ella con sus interiores y sus bajos (bajos sobre los que, por cierto, todo el mundo parece con derecho a opinar cuando se trata del tema de aborto). Este perdón, único en el Código, patentiza que tiene más reprobación social el robo por tirón de un bolso que el robo de tu propia vagina por un bárbaro. Los delitos contra la propiedad privada son unánimemente condenados. Pero el cuerpo de la mujer no es considerado como suyo y ni siquiera, por lo que se ve, como privado.

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