Los aciertos del montaje de la antológica de Dalí
A nadie se le puede escapar la dificultad de acoplar casi medio millar de piezas artísticas que representan, además, casi 70 años de la inquieta producción daliniana, si tenemos en cuenta que la obra más antigua -un paisaje- está fechada en 1914 y la más moderna -titulada Llegaremos más tarde, hacia las cinco- lo está este mismo año, es decir, en 1983. Pero hay más: esta gran retrospectiva trata de resumir la biografía de un superrealista, un miembro del movimiento de vanguardia que lo apostó casi todo a la estrategia escenográfica, al sentido mágico de la sorpresa y al don de la oportunidad.Así, cada una de las muestras históricas del superrealismo fueron un alarde de montaje, cuya memoria nos sigue comprometiendo. Por último, ¿hay alguien que todavía necesite que se le explique el valor que concede el propio Dalí a la dramaturgia, cuando, sin ir más lejos, se ha construido en Figueras un museo-teatro?
El desafío que ha asumido el Museo Español de Arte Contemporáneo con la magna retrospectiva sobre Dalí no ha sido, por consiguiente, una actividad rutinaria. Por lo demás, a diferencia de lo que ocurrió en el Centro Pompidou, no se pudo contar aquí con la presencia directa del maestro, siempre tan genialmente ocurrente en estas cuestiones. En cualquier caso, las exposiciones de París y de Madrid son de contenido diferente, lo cual invalidaba cualquier pretensión de repetir el modelo.
Había, pues, que arriesgarse, y considero que se ha cumplido muy satisfactoriamente con el empeño.
Claro que se ha contado con un excelente profesional -Miguel Milá-, que ha optado, con inteligente criterio, por la claridad y el orden, cuando hubiese sido tan fácil despeñarse por una farragosa fantasmagoría barroquizante o cualquier otra pendiente ingeniosa.
Espacios diáfanos
En realidad, salvo que hubiese estado el propio Dalí al pie del cañón, haciendo una nueva obra con sus obras, todas sus realizaciones poseen tal enjundia espectacular que existía el peligro de crear graves interferencias ambientales. Milá lo ha comprendido muy bien y, como he dicho, ha planeado una articulación diáfana de ámbitos que se suceden, siguiendo una pauta de ordenación cronológica, de la manera más sencilla, sobria y luminosa. En este sentido, pocas veces he asistido a una muestra más ejemplarmente didáctica, en la que las cosas parezcan bien, con la mayor naturalidad. Dentro de este clima, casi racionalista, muy clásico, los escasos detalles efectistas, como la alineación de cipreses, reduplican su feliz valor expresivo.
De manera que las cosas se pueden ver de forma excelente. No voy a repetir, sin embargo, la valoración del contenido, tal y como ya lo hice en una crítica anterior, donde analizaba la realización de obras seleccionadas. Corroboraré de nuevo, eso sí, el excepcional conjunto de piezas que se exhiben del Dalí juvenil, el anterior a los años treinta, así como la existencia de un bache en cuanto a las obras maestras de los años treinta y, en fin, los altibajos cualitativos de los correspondiente a las últimas décadas.
Lo que sí puedo ahora añadir, para completar aquel análisis primero' es el efecto que me ha producido el recorrido pausado por todo el montaje de la muestra, y puedo afirmar al respecto que ha sido un efecto mucho más estimulante de lo que me esperaba, como suele ocurrir casi siempre con las obras vistas directamente de cualquier creador genial. Por último, a pesar de la discontinuidad representativa de lo obtenido, tengo que reconocer algo que dudaba cuando analizaba la situación sobre el papel: que con lo que hay, se tiene más que suficiente para valorar adecuadamente todas las posibilidades creativas de Dalí.
Para terminar, y aunque sea de la manera más sucinta, algo tengo que decir también sobre algunos de los complementos de lujo que animan esta magna exposición. Entre ellos, en primer lugar, la pequeña pero maravillosa muestra fotográfica que ha montado Luis Revenga con originales de C. Beaton, Brassaï, Halsman, Man Ray, I. Pen, Catalá Roca, Gyenes, Meli, Schommer, J. Socias y un largo etcétera de primeras figuras nacionales e internacionales, cuyas obras forman un conjunto de más de un centenar de retratos de Gala y Dalí. El propio Revenga ha sido el responsable de la programación de las películas y el autor de los videos que se proyectarán durante la exposición.
Un amplio y espectacular catálogo-acordeón, tapas duras y estuche, completan, entre otros múltiples detalles, esta feliz y necesaria iniciativa, en la que han trabajado ilusionadamente un sinnúmero de personas e instituciones, algunas privadas, como la Caixa e IBM. Todo lo cual, en definitiva, me hace reiterar mi felicitación al Ministerio de Cultura y a la Generalitat de Cataluña, principales responsables de la empresa, y a todos aquellos que se han percatado de la trascendencia de este acontecimiento.
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