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Nicaragua propone a Costa Rica la firma de un pacto de amistad que elimine las recientes tensiones fronterizas

Sin acuerdos concretos, pero en un clima de franca distensión, finalizó en San Juan del Sur (Nicaragua) la primera conferencia de alto nivel celebrada entre funcionarios de Costa Rica y Nicaragua, después de 10 meses de intensas acusaciones mutuas. El Gobierno de Managua propuso al costarricense la firma de un pacto de amistad y no agresión que elimine las tensiones causadas por infiltraciones antisandinistas por la frontera entre ambos países.

Los ministros de Relaciones Exteriores, Gobernación y Seguridad Pública encabezaron la delegación costarricense, mientras que la de Nicaragua era presidida por el comandante sandinista y ministro de la Gobernación, Tomás Borge.El tema caliente de la reunión era el conflicto fronterizo planteado en relación con el río San Juan, en la línea que separa los dos países. Nicaragua mantuvo su reivindicación de la soberanía sobre estas aguas, lo que le permite, a su juicio, establecer controles militares a fin de impedir que bandas antisandinistas puedan penetrar en su territorio por esta ruta.

Costa Rica se opone a todo control, ya que ello obstaculiza el derecho a la libre navegación que le reconocen todos los tratados internacionales firmados en el pasado por ambas naciones.

El ministro de Gobernación de Costa Rica, Alfonso Carro, manifestó que en el caso del río San Juan no existe una posible solución por la vía del diálogo, y es muy posible que su Gobierno decida recurrir a un arbitraje internacional para garantizar su derecho a la libre navegación.

Menos drástica ha sido la posición de su colega nicaragüense Angel Edmundo Solano, titular de Seguridad Pública, quien ha admitido la posibilidad de un patrullaje conjunto del río, ya que el peligro que advierten ahora mismo los sandinistas puede revertir en el futuro y convertirse en algún tipo de amenaza contra Costa Rica. Al término de la reunión, insistió en que no se trataba tanto de buscar acuerdos sino de iniciar un diálogo que lime las diferencias mutuas planteadas a lo largo de los últimos meses.

A idéntica conclusión llegó el comandante Borge. "No veníamos", dijo, "a ver quién ganaba en la mesa de conversaciones. Vinimos con un espíritu de diálogo entre dos naciones hermanas, y este diálogo continuará".

La delegación nicaragüense se quejó de que en territorio de Costa Rica estén operando actualmente grupos contrarrevolucionarios. Los funcionarios costarricenses explicaron que su país practica una neutralidad decidida en conflictos internacionales, por 16 que ejerce una severa restricción para impedir que grupos militares traten de invadir a un país vecino.

Está claro que el máximo interés de las autoridades nicaragüenses reside en evitar la apertura de un frente sur, en la frontera con Costa Rica, donde ya se han producido algunos ataques de fuerzas contrarias al régimen sandinistas. La situación sería especialmente grave, habida cuenta de que al norte, en la frontera con Nicaragua, existe ya otro frente de batalla en el que prosiguen los enfrentamientos con la guerrilla, apoyada por Estados Unidos.

Expulsión de Pastora

El comandante Borge declaró que el canciller costarricense le había manifestado que el ex comandante sandinista Edén Pastora había sido obligado a abandonar el país el pasado 28 de marzo. Según esta versión, Pastora había salido de San José en un avión particular con destino a México.Tomás Borge se refirió en términos distinguidos a sus colegas costarricenses, y señaló que el cambio de impresiones había sido en todo momento cordial. Aseguró que en el futuro se mantendrá este diálogo, bien sobre el diferendo limítrofe del río San Juan o sobre otras cuestiones de interés para los dos países. Ambos gobiernos acordaron celebrar nuevas rondas de negociaciones.

Una vez más Borge señaló que el peligro para la paz en Centroamérica viene de Estados Unidos, que ha decidido "reeditar la diplomacia de las cañoneras". Agregó que la Administración Reagan trata de crear en Nicaragua una situación de aparente guerra civil, paralela a la de El Salvador, para sentar las bases de una discusión regional en el área desde una posición de fuerza.

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