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Entrevista:

Franco Marrone: "¡El juez no se inventa los escándalos!"

Juan Arias

La problemática de la Magistratura italiana ha sido estos días objeto de diversos análisis por parte de la Prensa internacional, que se ha interesado en la paradójica situación de la Magistratura de este país, la más libre y autónoma de Europa, al mismo tiempo que la más condicionada a veces por los intereses de los grupos del poder político. Para examinar esta paradoja, EL PAIS ha entrevistado en Roma a un magistrado del grupo Magistratura Democrática -inspirado en los valores de la izquierda-, Franco Marrone.A la pregunta sobre la división política de los jueces contestó: "Los 6.000 magistrados de este país pertenecen a tres grupos internos: el mayoritario, con el 43%, es Magistratura Independiente, simpatizante de la derecha. En él intentó apoyarse Licio Gelli para su golpe blanco, y a este grupo pertenecían prácticamente todos los implicados en su logia P-2. El segundo grupo (40%) lo forma la Unidad por la Constitución, que recoge a los magistrados de tendencias centristas. El tercer grupo lo componemos nosotros, Magistratura Democrática. Somos un 15%. A nuestro grupo pertenecen los llamados jueces de asalto, que han llevado a cabo las grandes campañas de denuncia en el campo ecológico, urbanístico, etcétera, sobre todo en Nápoles y Sicilia".

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Pregunta. ¿Cómo explica usted que de repente haya toda una generación de jueces que no teme esposar y encarcelar a personajes de alto rango de la política, del Ejército, de las finanzas, que años atrás hubieran estado ultraprotegidos?

Respuesta. No creo que el problema esté en nosotros, los magistrados. Toda esta gente de la que usted habla va a la cárcel por el problema de los escándalos financieros: porcentajes por ciertos negocios o estafas. A veces en interés propio, pero generalmente para alimentar al partido o a la facción del partido al que pertenecen o al que les apoya. Estos escándalos han existido siempre. Lo que ocurre es que en los últimos años todo estuvo como eclipsado por la única preocupación de la lucha contra el terrorismo.

P. Pero, ¿no es cierto que algunos escándalos salen a la calle según la voluntad de los jueces?

R. No creo que sea exacto. Es más bien lo contrario. Todo depende de las luchas de poder entre los partidos o de las mafias internas de un mismo partido. El juez no se inventa los escándalos, se encuentra con un informe sobre su mesa de trabajo. ¿Qué hace con ese caso? Hasta ahora, en las fiscalías de Roma y de Milán, muy controladas por el poder político conservador, era fácil conseguir que ciertos escándalos quedasen sobreseídos. Pero en este país existen una presión y un control social cada vez más fuertes, que impiden a los jueces, aun a los más conservadores, venderse impunemente al chantaje político, sobre todo en los centros de la periferia. De hecho, es en Turín, Nápoles, Bari, Pescara, Padua, Trento, etcétera, donde los jueces levantan la liebre de los mayores escándalos.

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P. ¿Existe gran corrupción entre los magistrados?

R. Corrupción monetaria, no. Sólo en raras excepciones. El cuerpo de magistrados, como tal, incluso los más de derechas, es íntegro. Existe, eso sí, la corrupción de tipo político. No se llega, por ejemplo, a ser fiscal de Roma, en la práctica, sin el empujón de los partidos, y se acaba siendo agradecido.

P. ¿Qué cambios propone hoy el grupo Magistratura Democrática en la la Magistratura?

R. Bueno, algunas de las reformas las proponen también magistrados que no son de izquierdas. Por lo que se refiere a una cierta complacencia con el poder político, creo que será siempre inevitable. A veces es más fuerte en otros países de Europa que en Italia. Además, en Italia hay una cosa muy positiva, y es la crítica interna de la misma Magistratura, que constituye un verdadero control sobre nosotros. Y es importante la publicidad que se pueda dar a esta crítica interna.

Pero lo que se desea es que los responsables de ciertas fiscalías sean temporales, y no fijos, que haya un órgano de control de los jueces dentro de la misma Magistratura y, por fin, que ciertas investigaciones se adjudiquen por sorteo, para que el fiscal no acabe dándoselas al amigo, al que acaba controlando, como ha pasado con el famoso asunto de los capuccini contra el Consejo Superior de la Magistratura, que Achille Gallucci ha puesto en manos de sus fieles servidores y, por tanto, poco imparciales en el caso.

P. Pero, ¿quién es en realidad este Gallucci, fiscal jefe de Roma, que trajo en jaque al mismo Consejo Superior de la Magistratura?

R. No es un hombre corrompido. Es, y lo ha sido siempre, un fiel servidor del poder político. Ha hecho siempre lo que ha dicho Giulio Andreotti. Ha obedecido siempre a la Democracia Cristiana. Lo que ocurre es que ahora, con el secretario Ciriaco de Mita, las cosas están cambiando, y el hombre se halla entre la espada y la pared. Eso es todo.

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