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Convergencia europea al ritmo del marco alemán

Andrés Ortega

La convergencia se impone en Europa a golpe de marcos alemanes. Los reajustes en el Sistema Monetario Europeo (SME) y las connotaciones de política económica que los han caracterizado han vuelto a mostrar, si necesidad había, que la CEE gira en torno al eje París-Bonn.Los reajustes han ilustrado, asimismo, en primer plano las dificultades que puede encontrar un Gobierno socialista, en este caso francés, en una Europa dominada por políticas de centro o derecha. Un conflicto en sentido contrario (mayoría de izquierdas entre los Gobiernos de la CEE) no se hubiera resuelto de forma muy diferente.

No es casual que, como afirmó el ministro francés Jacques Delors, las revaluaciones y devaluaciones de las monedas del SME hayan seguido una pauta proporcional al comercio exterior de estos países con la RFA.

La República Federal de Alemania está interesada en Europa y en mantener a Francia dentro del sistema comunitario, por razones tanto políticas como económicas.

Pero si el Gobierno de Helmut Kohl estaba dispuesto a sacrificar parte de la economía de la RFA revaluando el marco, y tirar así de la comunidad, pedía a París un mayor rigor económico. No se trata tanto de la propiedad como de su gestión. La política francesa de fomento del consumo, en vez de la de inversión, debe cambiar.

La interdependencia se ha impuesto sobre la noción de la soberanía, término que, día a día, parece vaciarse de contenido real en Europa. Es más, la actual crisis económica se caracteriza en Europa por el estrecho margen de maniobra de que gozan los Gobiernos en su política económica. Pero, peor es la dependencia de la CEE de algunos países que están fuera de ella, pero cuyas economías se ven afectadas por decisiones que se toman en Bruselas y en las que no participan.

Francia ha cedido algo. Pero es que su verdadera preocupación estaba en la RFA, de donde proviene casi la mitad del déficit comercial francés, el tema más central y espinoso que ha de abordar el nuevo Gobierno de Pierre Mauroy. Sin resolverlo, el eje París-Bonn dejaría de funcionar, y con él, la CEE. Por algo, en la crisis ya superada del SME, lo primero que se fijó fue el porcentaje de separación entre el marco y el franco francés. Tan sólo luego vinieron las demás monedas.

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