La 'lata' del terrorismo

El 4 de octubre es, desde hace seis años y medio, una fecha que cuando la pronuncio o se la escucho pronunciar a alguien me produce una especie de escalofrío, miedo y sensación de vacío e inseguridad que -me imagino- su estudio puede hacer las delicias de cualquier psicólogo que comience en la profesión. Ese día -del año 1976- asesinaron a mi padre, a su chófer y a tres policías que les tocó, en esa fatídica fecha, el trabajo de acompañarle. Desde entonces, lafaceta humana de ese atentado terrorista la hemos sufrido -callada y solitariamente- mi madre y los nueve hermanos, al igual que los ya miles de víctimas del fenómeno terrorista, cada uno de los cuales tenemos un nombre propio, sin tener siquiera el consuelo de la palmadita en la espalda por parte de los que se ocupan de la cosa pública.Me parece, incluso, que estoy transgrediéndo la ley al calificar de "terroristas" a los que nos privaron, entre otras cosas, de aquellas tertulias paternofiliales a la hora de comer, ya que en el año 1977 esos pobres hombres, queridos a pesar de todo -y es verdad-, fueron solemnemente amnistiados -no indultados- por los representantes del pueblo español. Y es que, según nos explicó el BOE, lo que pretendían mis paisanos de ETA al meterle a mi padre en el cuerpo, no me acuerdo ya muy bien, pero creo que eran algo así como cuarenta o cincuenta balazos, era defender las libertades y el derecho de autonomía de los territorios históricos del Estado, o algo así. El decir que la lacra del terrorismo afecta a todo el pueblo español, y al Estado, y a la democracia, y al sistema de libertades, y a to

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