Peronistas y radicales se disputan, nuevamente, el futuro político de Argentina
Los analistas siguen con especial atención la proclamación de los precandidatos y las luchas internas de las distintas corrientes que definirán en los próximos meses el control de los partidos políticos argentinos. Radicales y peronistas se disputan nuevamente el futuro político argentino.
En la Unión Cívica Radical, las dos fórmulas que aspiran a ganar las elecciones internas ya fueron lanzadas: por un lado, aspira a la presidencia de la República Argentina Raúl Alfonsín, líder del Movimiento de Renovación y Cambio, acompañado por el dirigente cordobés Víctor Martínez, y por otro, el ex senador Fernando de la Rúa, junto con el doctor Carlos Perette, ex vicepresidente de la nación durante el Gobierno del doctor Illia, recientemente fallecido. Ambos representan a la línea nacional del radicalismo, sector que tradicionalmente manejó el partido y que fue conducido por el fallecido dirigente Ricardo Balbín.La victoria de Alfonsín parece asegurada en la lucha interna, aunque su imagen política, que se había consolidado después de su reciente gira por el exterior -don de fue recibido, entre otros, por Felipe González, cuya populari dad en Argentina es tan grande que otorga prestigio sólo por la vi sita y la atención personal-, se vio seriamente afectada en las últi mas semanas. Raúl Alfonsín, que pretende encabezar, según su propia declaración, "un tercer movimiento nacional que incluya a radicales, peronistas, conservadores y a la izquierda no marxista" desde un partido como el Radical -al que califica de reformista-, no pudo contestar las críticas desde todos los sectores por su reconocida postura antiperonista, la que en su momento le llevó a ser un duro opositor a la formación de La Hora del Pueblo, coalición que reunió a Balbín y a Perón.
Por otra parte, nadie se olvida de señalar que el embajador del régimen militar argentino en Estados Unidos, Lucio González del Solar, es un reconocido amigo personal suyo, además de militante de su movimiento. Todo parece señalar que Alfonsín sería, en última instancia, el candidato a apoyar por el Gobierno militar y por la derecha para evitar lo que para ellos sería la victoria de su principal enemigo, el peronismo.
La estrategia del Gobierno se complementa con un permanente esfuerzo por dividir al peronismo en su organización. El sindicalismo, la base de toda su estructura y poder, fue separado en dos grandes centrales obreras. Una, colaboraciónista o moderada (CGT-Azopardo), que conduce Jorge Triaccal y la otra, dura (CGT de la República Argentina), que encabeza el dirigente Saúl Ubaldini.
La CGT-Azopardo piensa lanzar incluso sus propias 62 organizaciones, brazo político tradicional del gremialismo argentino, que nació con el peronismo y que siempre respondió a la CGT única y, que ahora permanece junto a la que conduce Ubaldini.
También la CGT-Azopardo ha tomado partido y apoya a la corriente, moderada Acción Coordinadora Justicialista, que ya proclamó al doctor Ángel Federico Robledo, ex ministro de Defensa del Gobierno que presidió el general Perón.
La CGT de la República Argentina todavía no se ha definido; se inclina, sin embargo, por el Movimiento de Unidad, Solidaridad y Organización (MUSO), que dirige Antonio Cafiero, ex ministro de Economía del Gobierno peronista.
Fusiones peronistasEn el ala derecha del peronismo parece probable la fusión del sector que dirige Robledo con el que conduce el neurocirpjano Raúl Matera. Y a la izquierdáse estima que podría darse una fusión similar entre la corriente de Cafiero con la de Intransigencia y Movilización, que agrupa a la radicalizadaJuventud Peronista y que dirige, entre otros, el ex gobernador de la provincia de Catamarca, Vicente Saádi, director-editor del diario La Voz, portavoz de la izquierda peronista.
Sin embargo, la experiencia histórica indica que, finalmente, el peronismo se presentará unido, y hasta se menciona al actual vicepresidente del Consejo Nacional Justicialista el notario Deolindo Bittel, como el candidato en el que coincidirán todas las corrientes internas.
Deolindó Bittel, ex gobernador de la provincia de El Chaco, prefiere mantenerse al margen de la contienda y por encima de la postulación, insistiendo en que no quiere ser candidato. En la misma posición sie encuentra el ex presidente provisional Ítalo Luder.
Todos los sectores gremiales y políticos del peronismo especulan con el apoyo que pueda dar a unos o a otros María Estela Martínez de Perón, quien en los próximos días cumplirá la condena a la que fue sentenciada por un tribunal del Gobierno militar y de quien se espera una declaración.
Varios autoproclamados candidatos, con estructura partidaria pero sin fuerza electoral, como el almirante Eduardo Emilio Massera, miembro de la Junta Militar que derrocó a Isabel Martínez dé Perón , intentan también acercarse a ella para conseguir su apoyo. El almirante Massera, que preside el Partido para la Democracia Social, realizó varios viajes a Madrid en los últimos meses y se asegura que la señora le recibió.
Aunque todavía continúa la represión a los militantes, se instalan puestos volantes en las esquinas para solicitar la afiliación, mientras la televisión recuerda continuamente, a través de avisos oficiales, que "la democracia era el objetivo del proceso y se va a cumplir", además de alertar al ciudadano para que "esta vez elija bien y no se equivoque", mientras,en las imágenes se ven manifestaciones peronistas y hechos de violencia.
Hay actos públicos, discursos, giras de precandidatos, se escuchan las viejas marchas y los nuevos cantos, como el que estrenó la Juventud Peronista en su primer congreso nacional, realizado en la provincia de San Juan, y al que concurrieron 3.500 delegados de todo el país; decía el coro: "Qué les pasa a los mílicos / que amargados se les ve, / ya les queda poco tiempo / porque llega jota pe (por Juventud Peronista).
El ciudadano argentino, entre tanto, trata de sobrevivir y de participar como puede en la lucha de todos los días. Tiene la sensación de que todavía falta mucho tiempo para empezar de nuevo.
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