Las posiciones vendedoras presionaron fuertemente a la baja
Todo estaba a punto para que la sesión de ayer en los mercados de valores resultara una continuación de la semana anterior y se registrasen algunas alzas, especialmente entre los valores de mayor significación. El discurso del presidente del Gobierno, en el que se anunciaba que algunos indicadores socioeconómicos permitían pensar que se estaba tocando fondo en la crisis, junto con una renuncia a posibles nacionalizaciones, eran, aparentemente factores positivos a añadir a las buenas impresiones que apuntaban los especialistas en sus comités de los lunes.
Si a esto se le añade el acuerdo que por fin alcanzaron los países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), por el que se establece una apreciable reducción en los precios de los crudos, la situación apriorística resultaba claramente satisfactoria, sobre todo si se considera que las posiciones al cierre de la sesión del viernes eran de dinero.
Sin embargo, la realidad del mercado volvió a hacer malas las consideraciones basadas en la más pura razón. Desde primeras horas de la mañana se podía apreciar una clara decisión vendedora, bastante extendida, y a la que diversos especialistas se resistían a atribuir su origen en las tradicionales realizaciones de plusvalías. Al final comenzó a aparecer algo de dinero para algunos valores, con lo que la situación quedaba sensiblemente mejorada.
Aquí hay que destacar al grupo de los monopolios, en el que Telefónica, esta vez sin causar asombro a nadie, ganaba un entero y se situaba en el 64%. Gracias a esta aportación, el índice general de Madrid no llegó a perder el punto y se quedó en 84 centésimas. Barcelona, la más afectada por la corriente vendedora, perdió 3,18 y Valencia y Bilbao, las más sostenidas, tan solo sesenta y 46 centésimas, respectivamente.Comenzó a resultar más evidente que las bases sobre las que se había estado sosteniendo un mercado tan alcista como el de las reuniones anteriores no eran tan sólidas como se pensaba y esta fragilidad, o quizá más concretamente su falta de capacidad de proyección a un, futuro medio, se la da el hecho de que una buena parte de las mejoras habidas en las últimas semanas, se debe en buena parte a la inversión a corto plazo.
Precisamente, de este sector del mercado fluían las órdenes de venta que aparecieron en los corros de eléctricas y propiciaron los recortes en los precios de estos valores. Este fue el espejo en el que se miraron el resto de los corros.
El sector bancario era muy esperado para ver su reacción y, aunque el volumen de papel de los saldos por caja de los siete grandes había aumentado considerablemente, el balance, se veía disminuido por el abultado saldo comprador que mostraba el Santander y al final quedaban algo más de 40.000 títulos a la venta para todo el grupo. La entidad cántabra subió dos enteros y los demás repitieron o cedieron ligeramente, destacando la baja del Popular que fue de seis puntos. La situación para hoy no está nada clara, toda vez que las posiciones de dinero cambian de opinión con demasiada rapidez.
El mercado ha dejado ver claramente que la desconfianza está a flor de piel y a la menor ocasión hace acto de presencia. Lo que se gana a lo largo de varias sesiones se pierde con demasiada facilidad en una sola.
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