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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Felipe González explica los cien días de gobierno

LA CITA del presidente del Gobierno con los medios de comunicación para responder a las preguntas relacionadas con los primeros cien días de mandato socialista ha puesto de manifiesto las singulares dotes de Felipe González para la pedagogía política. La crisis económica, el terrorismo y las relaciones internacionales ocuparon buena parte de la atención de la rueda de prensa.Felipe González, a la vez que evitó la tentación del triunfalismo y recordó que cien días son un plazo demasiado breve para arreglar los problemas de muchos años, hizo un llamamiento a la esperanza y a la ilusión de los ciudadanos. La advertencia del presidente del Gobierno sobre el carácter negativo e injustificado de "la aceleración de las tensiones entre las fuerzas políticas" fue el reverso de su afirmación de que la nueva mayoría aspira a que "funcione España" por encima de los intereses ideológicos de partido. La indudable buena voluntad de esas palabras tropieza, sin embargo, con la dinámica inevitable de un sistema pluralista en el que la oposición, nada más perder unas elecciones, comienza a desgastar a sus adversarios y a preparar la estrategia del desquite para los próximos comicios. En cambio, Felipe González puso el dedo en la llaga al advertir sobre los graves peligros desestabilizadores para el sistema en su conjunto implicados en la peligrosa táctica de algunos sectores de la oposición, que acusan al Gobierno de conculcar consciente y voluntariamente la legalidad constitucional. Porque una cosa es abrir un debate en tomo a la constitucionalidad de un decreto-ley o una ley orgánica, y otra muy distinta sentar en el banquillo al Gobierno en un malintencionado juicio de intenciones.

Felipe González ha ratificado que la expropiación de Rumasa no significa ningún giro en los planteamientos gubernamentales sobre las nacionalizaciones. De acuerdo con sus palabras, carece de sentido cualquier discusión futura sobre el crecimiento del sector público mientras no se logre que funcione eficazmente el ya existente. En lo que concierne al extendido temor de que la expropiación del holding de Ruiz-Mateos se traduzca finalmente en una socialización de las pérdidas, el presidente del Gobierno manifestó el propósito de que la operación liquidadora de Rumasa no redunde en perjuicio de los contribuyentes. Pero para conseguir ese propósito sería necesario un balance consolidado del holding que no parece jurídicamente viable y sin el cual resultaría muy difícil que los activos netos de las compañías de Rumasa rentables compensasen las pérdidas de las sociedades quebradas. En la actual situación, todo hace pensar que los contribuyentes tendrán que pagar dos veces los estropicios de Ruiz-Mateos, sufragando primero los pasivos de las empresas ruinosas de Rumasa y pagando después un justiprecio por las compañías con buena salud. En el terreno predictivo, el presidente del Gobierno ha asumido riesgos al afirmar que se ha tocado fondo en la crisis financiera, que la peseta mantiene posiciones firmes, que se ha desacelerado la caída del empleo y que las catastrofistas perspectivas de un inflación del 20% para 1983 son irreales. El anuncio de mecanismos de flexibilización para la contratación laboral, a fin de combatir el desempleo juvenil mediante contratos temporales, sin duda producirá ampollas" en algunos medios sindicales, como el propio Felipe González señaló, pero puede ser bien recibida por los que buscan su primer empleo.

En las respuestas dadas a las preguntas sobre el terrorismo, Felipe González ha desautorizado las afirmaciones del nuevo embajador francés y ha ratificado que la cooperación con el Gobierno de París es sustancial para combatir el desafío de las bandas armadas. Al tiempo, ha huido de cualquier simplificación estrictamente represiva al señalar que el terrorismo "es un fenómeno extraordinariamente complejo, difícil de erradicar, que requiere acciones de muy diverso tipo y un grado de cooperación cívica cada vez mayor". Y aunque ese azote "ciego e irracional" se produce bajo todos los regímenes, "el Estado democrático es siempre mucho más poderoso porque tiene más legitimación popular y moral que cualquier fenómeno de violencia".

En el campo de las relaciones internacionales, el presidente del Gobierno afirmó que "España es un país claramente occidental, con compromisos claramente occidentales" y que los sentimientos neutralistas son a la vez respetables e irreales. La crispación del escenario mundial, que puede durar hasta entrado 1984, justificaría la decisión gubernamental de no convocar el prometido referéndum sobre la permanencia de nuestro país en la OTAN. Él frenazo dado a la integración militar en la Alianza Atlántica, de un lado, y la decisión de no instalar armas nucleares' en el territorio español, de otro, sirven de elementos compensatorios a esa congelación del referéndum. Las referencias a Ceuta y Melilla, el Magreb y el Frente Polisario tal vez no fueran verbalmente rotundas pero transmitieron la confirmación de la nueva estrategia del Gobierno en el Norte de África. Las perspectivas de ingreso en la Comunidad Económica Europeo no parecen, tras oír al presidente del Gobierno, haber sufrido ninguna transformación positiva sustancial. El anuncio de un próximo viaje a Latinoamérica, la voluntad de incrementar nuestras relaciones con esos países y la ratificación de la buena disposición del Gobierno español, si es requerido para ello, para colaborar en la pacificación de Centroamérica, completaron las opiniones internacionales de Felipe González.

El tono general de la conferencia de prensa, de la que sólo hemos comentado algunas de sus partes esenciales, fue de moderado optimismo, contenida firmeza y apertura para el diálogo y la rectificación. Felipe González afirmó que no está dominado por el llamado "síndrome de la Moncloa" y replicó con ironía a quienes le critican por sus escasas comparecencias públicas, con el argumento de que sería igualmente criticado en el supuesto de que su conducta fuera la contraria. Admitió la posibilidad de que el Gobierno haya cometido errores en política informativa pero afirmó, lo que es al tiempo un motivo de alivio respecto al pasado y una causa de honda preocupación respecto al futuro, que Prado del Rey e mueve por completo a su aire. Recordemos que el Estatuto de RTVE reserva al Gobierno el derecho de nombrar, pero también de cesar, al director general de ese organismo.

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