El general Rubén Darío Paredes se erige como único heredero político del líder panameño Omar Torrijos
La ascensión del general Paredes se ha hecho a costa de otros, que también aspiraban ala herencia de Torrijos. En su funeral, el 4 de agosto de 1981, el elogio póstumo corrió a cargo del presidente Royo; el comandante de la Guardia, coronel Florencio Flores; el presidente de la Asamblea de Corregimientos, Luis de León, y el secretario general del PRD (Partido Revolucionario Democrático), Gerardo González. En el primer aniversario, ninguno de ellos mantenía el cargo.La carrera de Paredes hacia el poder se desveló el 3 de marzo de 1982, al forzar, con el respaldo del Estado Mayor, la dimisión del comandante de la Guardia, Florencio Flores. El motivo estaba en la ley: había cumplido veinticinco años de servicio.
El ex vicepresidente de Salud, Hugo Spadafora, diría que "Flores cayó por su timidez política". A los mandos de la Guardia no les gustaba su política de repliegue militar. Había sido siempre un estrecho pero oscuro colaborador de Torrijos, cuya principal virtud era, al decir de muchos, la falta de ambición personal y la lealtad al líder.
Rubén Darío Paredes seestrenó en la comandancia con unas declaraciones abiertamente anticomunistas, en un estilo que parecía en discordancia con Torrijos. El marxismo "no tiene cabida en este país", dijo, al tiempo que invitaba a combatir el hambre y la injusticia para evitar el arraigo de ideologías extrañas.
Una de sus primeras entrevis tas fue con el jefe del Comando Sur, general Wallace Nutting, que comanda a los 10.000 soldados norteamericanos estaciona dos en el canal de Panamá. El militar estadounidense elogió a Paredes, al que calificó de "faro de paz y estabilidad en Centro américa".
'Tercerismo torrijista'
Desde el exterior se interpretó que el comandante panameño estaba abjurando del tercerismo torrijista, que en política exterior se tradujo en una equidistancia entre los bloques hegemónicos, todo ello aderezado con una fuerte dosis nacionalista frente a EE UU.Los hombres más cercanos al general entienden que ésta es una apreciación incorrecta. A su juicio, Paredes sólo trató de situar a Panamá en el espacio correcto, frente a ciertos desbordamientos verbales del presidente Royo.
Los planteamientos excesivos de Royo, unidos a una grave crisis interna, motivada por una corrupción demasiado visible en el aparato administrativo, condujeron al gargantazo del 30 de julio. Presionado por el mando militar, el presidente dimitía por una afección de garganta. Su sucesor, Ricardo de la Espriella, hombre más dócil, admitió en su primera conferencia de Prensa que no le creyó. La revista Análisis escribió que hubiera merecido más crédito si llega a decir que estaba embarazado.
Algunos políticos panameños creen que la sustitución de Royo se debió a que, desde su posición de presidente propuesto por Torrijos, intentó capitalizar el cargo en su propio beneficio político.
Para definir aún más las cosas, el comandante de la Guardia fue quien, con sus recomendaciones al presidente, puso en marcha un proceso de reforma política, que pasa por una revisión constitucional, con el propósito de restarle cierta carga corporativista en aras de una mayor homogeneidad con los esquemas democráticos occidentales.
La última escaramuza en las filas oficialiltas la protagonizó otro íntimo de Torrijos, el secretario generaldel PRD, Pérez Balladares, que trató de cerrar el paso a la candidatura presidencial de Paredes. El líder terminó en la calle en noviembre y fue sustituido más tarde por un tío del general, Rogoberto Paredes.
Con el control de la Guardia Nacional 11.000 hombres en armas, que ejerce tareas de ejército y policía) y el del partido oficial (con 205.000 afiliados, el 20% del censo electoral), el general Paredes parecía tener segura la nominación.
Una baza de la oposición
La oposición trató de jugar esta baza con el nuevo embajador norteamericano, Everett E. Briggs, a quien en varias ocasiones pidió que impidiese la candidatura del general, porque suponía un retroceso y una distorsión del proceso democratizador.Unas visitas de Briggs a cuarteles de la Guardia sin haber seguido el conducto protocolario le sirvieron a Paredes, el pasado 19 de febrero, para hacer una insólita y pública llamada de atención al embajador estadounidense. En una carta, difundida por la Prensa, le escribió: "No quisiera pensar que su investidura diplomática encubre a un alto oficial de inteligencia trabajando para organismos de espionaje de Estados Unidos".
Con este golpe de audacia, Paredes abortaba cualquier tentación obstruccionista de la diplomacia estadounidense, que se siente incómoda ante el carácter un tanto imprevisible del general. Al mismo tiempo, recuperaba la bandera del nacionalismo, muy rentable aún en Panamá, y advertía seriamente a la oposición para que no avanzase por ese camino. Su candidatura presidencial queda así despejada, aunque no se formalice hasta finales de año, cuando renuncie a la comandancia de la Guardia.
La herencia de Torrijos parece destinada, así, a ser administrada en el futuro inmediato, no por sus colaboradores civiles (Royo, Gerardo González, Pérez Balladares), sino por sus oficiales más cercanos. El líder del Partido Demócrata Cristiano, Ricardo Arias Calderón, ve en esto el riesgo de que se institucionalice una superestructura militar apoyada en un partido que aspira a emular al PRI mexicano.
Pero, paradójicamente, ha sido este general el que ha puesto en marcha, con sus recomendaciones, una reforma constitucional que, según la misma oposición puede normalizar en el país la vida democrática.
La Guardia, cuarto poder
Una comisión de expertos, integrada por siete representantes del PRD, seis de la oposición y tres juristas independientes, está elaborando las reformas. Los artículos más conflictivos se han revelado el segundo y el quinto En el segundo se establece que los tres poderes clásicos deben ejercitarse en armonía con la Guardia, dando a ésta rango formal de cuarto poder.El artículo quinto define el pa pel de la Asamblea de Corregi mientos, órgano legislativo de signo corporativista (cada corregimiento tiene un representante, tenga cien o 100.000 electores). Su poder casi único radica en, que esta Asamblea elige dos terceras partes del Consejo Nacional de Legislación, que ejerce el poder legislativo. La oposición propone la reducción de la Asamblea al ámbito provincial y municipal, quitándole, desde luego, toda capacidad electoral.
Antes de abril debe dilucidarse esta batalla. El Gobierno someterá luego las conclusiones de la comisión revisora a referéndum. Podría darse el caso de que se plantease un plebiscito disyuntivo, entre la propuesta mayoritaria (Gobierno) y la minoritaria (oposición). Pero es poco probable que el sector oficial acepte esta prueba de fuego. Lo más seguro es que se llegue a un texto de consenso.
Esto significa que antes del mes de junio los panameños serán llamados a las urnas para modificar sustancialmente una Constitución que data de 1972 y que, según sus propias fórmulas de revisión, hubiera precisado seis años para ser reformada.
El PRD parte como favorito indiscutido. Sólo con que le voten sus afiliados tiene asegurado ya el 20% del censo. Su ideología, mezcla de nacionalismo y populismo, cuenta de antemano con el respaldo de la Guardia. Otros partidos apoyarán también, al menos, a su candidato presidencial. Son el Frente Amplio Popular (Frampo), el Partido del Pueblo Panameño (comunista), los sectores más progresistas del Partido Liberal y el PALA, formación que se dice laborista y que fundamentalmente está constituida por empresarios. En el ámbito de la oposición neta están el Partido Demócrata Cristiano, un dividido Partido Liberal, el Partido de Acción Popular y el Molirena (Movimiento Liberal Republicano Nacionalista). Todos estos sectores unidos obtuvieron en las elecciones parciales de 1980 más votos que el oficialista PRD.
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