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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una voz cálida y familiar

La actuación de Teresa Berganza en el Teatro Real fue algo más que un concierto: constituyó un fervoroso homenaje a la cantante madrileña de un público que tras aclamar todas las versiones, consiguió hasta nueve obras fuera de programa de los más diversos géneros. Es, sin duda, Teresa Berganza, una cantante de tan fuerte como versátil personalidad. Ayer la vimos pasar de Vivaldi a Moussorgsky, de Fauré a Falla, de Respighi a Chueca, de Massenet a Jiménez, de una melodía de Bárbara Streisand a un vivo ritmo brasileiro, de la lánguida Canción del árbol del olvido de Alberto Ginastera, al felicísimo número de la Perrichola, de Offenbach.Además, Teresa Berganza no sólo canta con perfección técnica y singular inteligencia interpretativa, sino que representa con una naturalidad un poder expresivo fuera de serie. La voz, esa cálida voz familiar que nos acompaña desde hace un cuarto de siglo, obedece la más mínima sugerencia de la voluntad. Es pues una voz gobernada no unidireccionalmente, sino frente a todas y cada una de las posibilidades.

Recital patrocinado por Su Majestad la Reina a beneficio de Afanías

Obras de Vivaldi, Moussorgsky, Fauré, Respighi y Falla. Teresa Berganza, mezzo soprano. J.A Alvarez Parejo, pianista. Teatro Real, 9 de febrero.

Estilo abierto y popular

Un recital como el de ayer, en el que la Berganza tuvo un colaborador fiel en el pianista Juan Antonio Alvarez Parejo, es como un poliedro transparente que muestra y refleja las diversas caras de la intérprete, todas ellas igualmente nobles y representativas. Para entender a Berganza hay que gustar de su estilo abierto y popular (Polo de Falla, La Gran Vía, de Chueca) y de su popularismo estilizado que huye del tópico, como en Carmen de Bizet; hay que acercarse hasta la fascinante poesía del Verlaine de la música, Gabriel Fauré, o al misterio de la poética infantil, tierna y descriptiva, resuelta genialmente por Moussorgsky en su ciclo El cuarto de los niños.Así, los rincones de la vital Teresa Berganza, aireados siempre por ráfagas de luz y de melancolía, fueron descubriéndose ante un público atónito que envolvió a la diva en sus calientes ovaciones. Entre otras cosas querían decirle a Teresa Berganza lo que al fin concretó alguien en una exclamación: "¡Vuelve pronto!".

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