Un nuevo triunfo de Alicia de Larrocha
Después de su actuación el pasado fin de semana como solista del Segundo Concierto de Brahms, muchos tuvimos la impresión de que Alicia de Larrocha no había estado a la altura de su fulgurante técnica, al menos por lo escuchado el viernes día 4. Pese al temor de no poder oír a la gran pianista barcelonesa en plenitud de recursos, que no en musicalidad, el teatro Real casi alcanzó un lleno absoluto. La numerosa concurrencia no se vio defraudada en ninguno de los dos aspectos. Alicia de Larrocha mostró su habitual limpieza de macanismo y, sobre todo, la nitidez de un sonido extraordinariamente puro y brillante.El recital comenzó con una equilibrada versión de las Escenas románticas, de Granados, entre el romanticismo a lo Schumann y la música de salón. Siguió la Fantasía Bética, de Falla, que Alicia de Larrocha suele exponer con empuje y valentía. No le faltó esta vez, como tampoco la claridad expositiva, muy valiosa en esta compleja pieza de Falla. Sin embargo, es aquí donde podríamos haberle pedido mayor misterio, una hondura de expresión que ha de alcanzarse por vías de muy difícil acceso, a juzgar por las escasas versiones convincentes de la Fantasía Bética.
Obras de Granados, Falla y Chopin
Pianista: Alicia de Larrocha.Teatro Real, 8 defebrero.
Por fin, los Veinticuatro preludios, op. 28, de Chopin, obra genial del músico polaco, síntesis de aquella riqueza de su inventiva. Preludios líricos como nocturnos y virtuosos como estudios, piezas perfectas en su conciso desarrollo, encontraron réplica adecuada en las justas y equilibradas lecturas de la gran pianista española, la cual supo expresar con fuerza el patetismo de alguno de ellos.
Alicia de Larrocha tuvo que ofrecer al final cuatro piezas fuera de programa pertenecientes a Bach, Pérez de Albéniz (la Sonata-zapateado fue aclamada por el público), Mompou y Granados.
Babelia
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