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Washington quiere aprovechar la autoridad moral de España en el continente americano

El reconocimiento de la autoridad moral de la que goza España en los países de América donde se lucha por la democracia y la disposición de Washington para aprovechar las ideas, la experiencia y los consejos del Gobierno de Madrid sobre la región, constituyen algunas de las conclusiones de la visita a España de Thomas Enders, máxima autoridad en el Departamento de Estado en cuestiones de América Latina.

Otros temas importantes tratados por Enders fueron la aceptación del viaje de Fidel Castro a Europa; el designio de que los únicos cambios autorizados serán aquellos que se hagan a través de los regímenes actualmente vigentes; la insistencia en la óptica de seguridad bajo la que la administración Reagan contempla el proceso centroamericano; y la esperanza de que la Internacional Socialista y la Democristiana puedan alentar algunas iniciativas capaces de favorecer la organización de partidos políticos para jugar dentro de instituciones democráticas.El secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos, durante sus conversaciones del lunes y martes con el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, con el presidente del Gobierno, Felipe González, y con otros altos funcionarios y diversas personalidades representativas del PSOE, ha continuado las discusiones iniciadas por George Shultz el pasado diciembre acerca de la situación política en América latina y especialmente en la región central.

En conferencia de prensa celebrada antes de abandonar la capital española con destino a Lisboa, Enders expuso las ideas de su país sobre los que denominó asuntos interamericanos. Estas ideas están basadas en el desarrollo de instituciones democráticas, la ayuda para superar la crisis económica y la solución de los conflictos de Centroamérica, atendiendo a la declaración de San José del pasado octubre. El secretario de Estado adjunto insistió en la necesidad de que sean retirados todos los asesores militares en la zona -unos 140 norteamericanos, de los cuales 40 en El Salvador-, cuyo número total se eleva a más de 2.000, entre norteamericanos, cubanos, soviéticos, palestinos y de la República Democrática Alemana. Manifestó el apoyo de Washington al establecimiento de acuerdos recíprocos y verificados para impedir, la importación de armas ofensivas en la región Centroamericana así como cualquier ayuda a las insurgencias.

Enders mantuvo también el principio de favorecer instituciones democráticas donde pueda llevarse a cabo la reconciliación de partidos adversarios. En respuesta a las cuestiones que le fueron planteadas, Enders explicó -que había muchas coincidencias y algunas discrepancias en los puntos de vista norteamericano y español sobre Latinoamérica.

El enviado norteamericano aceptó haber conversado con sus interlocutores españoles de las relaciones, Washington-La Habana en los últimos 5 años y de los intentos de una negociación sobre asuntos bilaterales y multilaterales, cuyo final seado hubiera sido la restauración plena de los intercambios diplomáticos y comerciales. Estados Unidos buscaba en sus conversaciones con La Habana obtener com o compensación una moderación de la actividad cubana en Africa y Centroamérica pero los resul tados fueron adversos, Pidieron a Cuba que disminuyera su presencia en Angola y la extendieron a Etiopía; pidieron a Cuba que se abstuviera en Centroamérica y aumentó su intervención y además exportó a Estados Unidos 150.000 cubanos sin acuerdo previo alguno. El punto de vista de la administración Reagan hace hincapié en el derecho que asiste a los gobiernos vigentes en la represión de la violencia que se les enfrenta y estima que la experiencia ha confirmado largamente cómo ningún gobierno que haya aceptado negociar con la guerrilla ha sobrevivido al intento.

Desde esta óptica el modelo de cambio para el cono sur es Brasil y otros ejemplos que se aducen en el camino de la liquidación de la guerrilla son los de Colombia y Venezuela. Los norteámericanos consideran que una amnistía como la recientemente acordada por el presidente Betancourt queda al alcance de los gobiernos mientras que la negociación les desborda.

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