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Liliana Cavani reivindica en Barcelona la vigencia del Renacimiento y de Galileo

Tomàs Delclós

Liliana Cavani llegó ayer a Barcelona invitada por la diputación como autora de un filme, Galileo Galilei, que tiene que ver con el Renacimiento, tema central de una exposición múltiple que tiene lugar en distintos espacios barceloneses. Por la tarde, intervino en un coloquio en el Instituto Francés sobre orden social, poder y medios de comunicación social. Liliana Cavan¡ manifestó que la figura de Galileo permanece vigente, así como la propuesta renacentista "que supuso una defensa del individuo ante el poder, un reconocimiento a la individualidad. El Renacimiento es un gran patrimonio de Occidente y la figura de Galileo resulta, todavía, provocadora para regímenes como los suramericanos, del Este y tantos otros".Cavani recordó que su filme data de 1967 y que su perdurabilidad no está tanto en el debate científico planteado (un discurso que la Iglesia vetó y puso en el Indice) sino "en su lucha contra un poder que pretende ser global y monopolizar la opinión sobre todo. Cuando Galileo Galilei se estrenó en Italia, se organizó una gran campaña clerical. Algunos diputados de la democracia-cristiana presionaron económicamente a los distribuidores para evitar la circulación de la película. La campaña se centró en un aspecto parcial del filme. No quisieron advertir que no se trataba de una reflexión anticlerical sino que pretendía trascender la anécdota para plantearse una trágica relación con el poder".

La filmografía de la Cavani es un tanto heterogénea en sus resultados. Las soluciones narrativas difieren enormemente desde Francisco de Asís a Lapiel. La cineasta pasó por un cine simbólico, con un argumento repleto de metáforas como Los caníbales, por el retrato psicológico de dos seres -víctima y verdugo y su mútua atracciónen El portero de noche, por la filosofía hindú en Milarepa y por la supuesta crónica filosófica en Más allá del Bien y del Mal, con Nietszclie en el reparto. Para la autora italiana, la vigencia de sus películas está tanto, o más, en lo que se plantean que en las fórmulas narrativas. "Los caníbales se rodó en 1968 y se expresa a través de una simbología vigente entonces. En la actualidad creo que se da un retroceso. Al menos en Italia, la provocación es un patrimonio de la gente que quiere dar pasos atrás y eso genera un momento de perplejidad".

La cineasta rechazó que la fecha de un filme sea garantía de su modernidad: "Los primeros trabajos de un Vittorio de Sica, por ejemplo, siguen siendo actuales. Retrata un. problema a través de categorías narrativas no perecederas porque son lirripias, no buscan la complicidad del momento, de la coyuntura. Es independiente de estas tretas". La cineasta citó su propio caso. "Filmes como El portero de noche, del que he asistido a proyecciones recientes, siguen interesando. Es posible volverlo a ver porque no se queda en la historia de unos personajes concretos sino que hace un análisis psicológico más genérico. No me considero una practicante del cine político. Todos los filmes son políticos porque todos tiene ideología. Hago lo que me interesa, sea lo que sea". Este querer hacer lo que uno quiere tiene, a pesar de todo, el problema de la mediación de un complejo proceso de producción, económico. Liliana Cavan¡ recordó que algunos de sus filmes han sido producidos por empresas francesas, italianas, alemanas y españolas. "La posibilidad de un cine mediterráneo, europeo, existe pero, desde luego, no pensemos que surgirá de una manera espontánea".

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