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Investigación de un periodista israelí sobre la matanza de Sabra y Chatila

"De madrugada, desde su puesto de observación, oficiales y soldados israelíes observan con gemelos lo que ocurre en el campamento de Chatila. Divisan los montones de cadáveres, los hombres fusilados de prisa y corriendo. Soldados de una unidad blindada, la que dirigió hasta su dimisión el coronel Eli Geva, estacionada a cien metros del campamento, relatan que pudieron ver netamente la ejecución de civiles por milicianos en esa mañana del viernes. Su informe llegará a manos de las autoridades superiores, que también recibirán otros informes, idénticos, de soldados y oficiales apostados en otros lugares de las cercanías de los campamentos".Con estas descripciones, respaldadas por una avalancha de documentos de origen opuesto, basadas en las actas de las audiencias de la comisión investigadora y de la Kneset (Parlamento israelí), con testimonios recogidos por el autor y algunos datos inéditos, Amnon Kapeliuk, de 46 años de edad, periodista israelí del diario progresista Al Hamishmar y colaborador asiduo de Le Monde y Le Monde Diplomatique, acaba de publicar el primer libro sobre la matanza de cientos de civiles perpetrada entre el jueves 16 y el sábado 18 de septiembre por milicianos falangistas en dos campamentos de refugiados palestinos de la periferia sur de Beirut que el Ejército israelí rodeaba en aquel momento.

Sabra y Chatila, enquête sur un inassacre (Sabra y Chatila, investigación sobre una matanza), editado por Le Seuil en la colección Histoire Immediate, es una auténtica acta de acusación contra el Gobierno de Israel, pero se lee casi con la facilidad de una novela.

Amnon Kapeliuk es, en su país, un defensor de los derechos palestinos en las páginas de su diario, para el que cubre los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza, y un partidario del diálogo Israel-OLP.

El sábado 7 de agosto entró, por ejemplo, en Beirut oeste, feudo de los fedayin palestinos, sitiado por el Ejército israelí, para entrevistar a Yasir Arafat, líder de la OLP.

Pero Kapeliuk no formula opiniones en su libro, limitándose a ordenar el rompecabezas de los hechos y a proporcionar las reacciones de numerosas personalidades israelíes cuando, en la tarde del 18 de septiembre, se enteraron de lo sucedido.

Entre ellas figura la de Israel Zamir, hijo de un premio Nobel, que escribió: "Hasta hoy, la palabra pogrom tenía una connotación que nos afectaba directamente a nosotros, los judíos, las víctimas. El primer ministro Beguin 'ha ampliado' el alcance del término".

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El diputado del partido de oposición Shinoui Amnon Rubinstein declaró, por su parte: "Pertenecemos a un pueblo que, más que cualquier otro en el mundo, ha sufrido persecuciones. Hemos sido víctimas de asesinatos, del racismo, de persecuciones. Debemos estar atentos más que cualquier otro pueblo a no deslizarnos por la pendiente que ha originado estas persecuciones. Tenemos que ser los enemigos más encarnizados del racismo. No tenemos derecho a establecer diferencias entre la sangre de los unos y de los otros. Para nosotros, todos los niños que mueren son iguales". Es de sospechar que Kapeliuk comparte estos comentarios indignados.

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