Pedro Baret Herrero disfruta de su primera semana de permiso carcelario tras 2 años de prisión
Pedro Baret Herrero, hijo de Pedro Baret Sabater, fue detenido en la Costa Azul en abril de 1981, acusado de estar implicado en el desfalco a un banco. El pasado viernes Pedro Baret hijo abandonó la cárcel Modelo con un permiso de siete días en el bolsillo. Era la primera vez que pisaba la calle en todo ese tiempo. Pedro Baret ha buscado refugio en un hotel de la costa catalana. El próximo viernes deberá volver a su celda de la cárcel Modelo, junto con su padre, en la sexta galería de una prisión conflictiva, la Modelo, con 2.000 reclusos, que es un terrible contrapunto para quien ha tenido una posición social acomodada. Es un reto que está dispuesto a cumplir, a pesar de que en algunos momentos acaricia la idea de la huida. Es la duda con la que se enfrentan centenares de reclusos cuando salen de permiso.
Fue en junio de 1979. Salió de la Modelo en libertad provisional por un asunto con el Banco Central, después de haber pagado una fianza de un millón. Al otro lado de la calle, frente a la puerta, esperaba su abogado, su hermano y el taxi.Vestía un traje gris marengo, una corbata azul y la insignia del Tercio en la solapa. Estaba tostado por el sol y sonreía con esa tranquilidad que da dejar todo aquel submundo atrás. Habló muy poco y sólo para referirse a su compañero de celda, Albert Boadella. Pedro Baret vino a decir "Los catalanes os habéis olvidado de él". Ahora, de nuevo, cuatro años después, vuelve a estar al otro lado de la calle Entenza, tras haber cruzado el umbral de la prisión Modelo de Barcelona.
Acaba de cumplir los treinta años. Lleva cerca de veintiún meses en prisión. Sonríe con dificultad, está mucho más delgado y se muestra nervioso y cansado. Durante estos cuatro últimos años ha ido avanzando a través de sumarios, que se abrían y cerraban.
Ahora sólo le queda pendiente una tentativa de estafa, que se instruye en el Juzgado Número 10. Es una complicada historia judicial jalonada por curiosos incidentes, como el de aquel día en que su madre decidió en un banco comerse un talón con grapa incluida, porque le insinuaron que su hijo había manipulado la firma. Es una historia judicial que culminó en abril de 1981, cuando le detuvieron en la Costa Azul, acusado de estar implicado en un desfalco acaecido meses antes, en la sucursal que la Mas Sardá tiene en las Ramblas de Barcelona. Fue su última detención. Desde entonces ha permanecido en prisión.
Por un momento ha mirado hacia atrás y ha recordado que lo peor no fue esta detención por lo del Central, ni lo de Zaragoza, ni lo del talón con grapa, ni lo de la Mas Sardá. Lo peor acaeció en marzo de 1981, cuando le acusaron de estar implicado en el secuestro del futbolista Enrique Castro, Quini. Lo publicaron los periódicos en primera plana.
"En esa época yo estaba en Inglaterra. Me telefonearon mis familiares para leerme los diarios No sabía nada. Descolgué el teléfono y llamé a la Comisaría de Policía de Vía Layetana. 'Escuchen, que yo no tengo nada que ver con todo eso', les dije. Después llamé a las redacciones de los diarios para decirles que debían rectificar, que era una injuria. Mire, en este país puedes meterte con todos y contra todo, pero lo que no puede uno hacer es atacar al Barça. Hay demasiado forofo suelto. Cualquiera de ellos podría haberme pegado una puñalada. Luego vino lo de Interviú. Pretendían que posara desnudo. Me ofrecieron tres millones, Como si yo fuera Brigitte o cualquiera otra. Luego me publicaron la entrevista manipulada y mutilada. Cuando protesté, querían compensarme con una indemnización de medio millón de pesetas y con una rectificación. así de pequeña. Los deje correr. Qué iba a hacer. Nada. Mira, si esto en vez de pasarme en España, me sucede en los Estados Unidos me hubiera hecho de oro. De oro y a vivir".
Vivir en prisión
Por un instante interrumpe su relato y se queda en silencio. Baja la mirada y recorre con los ojos sus dedos alargados y redondos que desembocan en unas uñas arqueadas y curvas. Después reanuda la conversación y continúa explicando grandes verdadades y pequeñas mentiras. No tienen importancia, pero demuestran un poco como es el personaje. Permanentemente dispuesto a la fabulación y a la evasión. Como un adolescente haciendo novillos."El reloj no me lo saco, ni siquiera en prisión. Es casi como un signo. Sólo una vez pretendieron robármelo. Hay que hacerse respetar por encima de todo, porque la situación es verdaderamente insostenible. Estoy junto con mi padre en una de las peores galerías, la sexta. Allí se almacenan los restos de las demás. Es la peor. La gente amontonada en las celdas, sin ninguna seguridad, y desde hace unos días, a partir de las seis de la tarde, los apagones de luz. Entonces puede suceder cualquier cosa. La gente está desesperada. Míreme a mí, llevo casi dos años en prisión provisional, y la máxima pena que me pueden imponer es la de seis meses. Esto es lo que más impresiona. Recuerdo que hace dos o tres meses un amigo mío falleció el día antes de acabar su condena, o un chico que se quemó porque el escrito de libertad tardó en llegar un cuarto de hora. Es terriblemente angustioso. ¿Usted cree que la reforma del Código Penal llegará pronto? Es necesaria. Es muy urgente".
Continúa mirando hacia atrás. Esta vez sólo cuatro días atrás. El día en que salió de la cárcel Modelo con siete días de permiso. Recuerda que lo que más le impresionó fueron los coches, los árboles y la gente caminando por las aceras. Le impresionó también el mar. La playa y la arena.
Las cárceles francesas
"Pero, a pesar de todo esto, ¿sabe lo que le digo?, que las cárceles españolas son mucho mejor que las francesas. Cuando me detuvieron en Mentón, en la Costa Azul, me llevaron a la prisión de Marsella. Aquello es horrible. Estuve durante más de nueve meses en prisiones del sur de Francia. La disciplina y el trato es increíble, y los socialistas no lo han mejorado. Cuando por fin me trasladaron a la cárcel de Figueres, me dio la sensación de estar en casa. La extradición me la concedieron, a pesar de que yo alegué que era un político. Me juzgaron junto con dos etarras."Se ha convertido en un experto en prisiones. Asegura que antes en las cárceles no existía el problema de saturación, pero que el recluso estaba más aislado e indefenso. No dejaban entrar todos los periódicos y el contacto con el exterior era mucho más diricil. Ahora dice que está la protección del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria y que, por lo menos, sabe que alguien está preocupado por uno. Pero lo suyo, de lo que de verdad entiende, es de bancos y de financiaciones. Se lo ha enseñado su padre.
Trabajar en un banco
"¿Qué voy a hacer cuando salga?. Quizá me ponga a trabajar en un banco. De eso sí que entiendo. Escribir no. No es lo mío. Cuando estuve en las prisiones de Francia empecé a escribir un libro. Se lo quedó mi abogado defensor. Se que voy a salir pronto. Muy pronto. Sólo me queda esa tentativa de estafa. Tendrán que darme pronto la libertad provisional. Hay sólo una cosa en contra, el nombre. Me llamo Baret y eso pesa. Si en vez de llamarme Baret mi nombre fuera otro, ya estaría en libertad. El juez resolverá pronto. Es un buen juez yo le estoy muy agradecido por ese permiso de siete días. Hace cerca de dos años que no písaba la calle. Ha sido mi primer permiso. Ahora me toca volver. ¿Usted sabe lo que es volver a la Modelo?.Ha confesado que durante estos cuatro días ha acariciado en algún momento la idea de coger un avión y marcharse a México o a Brasil. Pero ha recordado que es muy duro vivir fuera del país y lejos de los suyos. Ha decidido continuar viviendo en Cataluña, enfrentándose a ese reto y a ese voto de confianza que ha depositado en él la Administración de Justicia. También ha acabado reconociendo que está su padre, que él continúa en prisión, y que su situación podría verse afectada por una huida. Pero, por encima de todo, asegura que está esa confianza y su palabra, y concluye asegurando que "quizá no soy honrado, pero sí honesto". Al séptimo día volverá a prisión. Lo ha decidido.
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