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Entrevista:

La historia de un triple crimen, última novela de Raúl Guerra Garrido

La obra es la biografía moral de un hombre de nuestro tiempo

Escrito en un dólar, última novela de Raúl Guerra Garrido, fue presentada el pasado martes en Barcelona y hoy en Madrid. Se trata de la narración oscilante entre la primera y la tercera persona de un triple crimen cometido en un hotel castellano, sólo explicable a través de la biografía del homicida.

Raúl Guerra Garrido nació en Madrid en 1935. Se doctoró en Farmacia y consiguió una beca de investigación por un importe de quinientas pesetas, lo que le obligó a refugiarse en la industria como modo de sobrevivir y en la literatura como actividad vocacional. Asegura que "mi vida tiene sentido en la novela". Su última obra narra la vida de un hombre marcado por los años en que el american way of life penetra hasta la médula de las costumbres españolas. Historia de un amor truncado y de una frustración disfrazada de éxito.Pregunta. Su novela tiene toda la apariencia de ser una novela negra, sin embargo no lo es.

Respuesta. No, en efecto. Es posible que se trate de la biografía moral de un hombre arquetípico, influido como todos nosotros por la llegada de los americanos. Por la teoría, tan difundida por el cine, en Solo ante el peligro, por ejemplo, del héroe individual.

P. El protagonista es un estudiante que no termina la carrera, un escritor que sólo publica una novela y acaba de creativo publicitario, ello le permite a usted utilizar esquemas y frases completas tomadas de anuncios, que definen y enmascaran determinados estados de ánimo, muy vinculados a la sociedad industrial.

R. Posiblemente mi novela lo que más refleje sea eso, la sociedad industrial como telón de fondo de la lucha del individualista, rechazado por la sociedad cuanto más individualista es. Para ello he tenido que hacer un aporte de datos que me permitieran recrear un determinado clima y ambiente.

P. Aporte de datos que parece de carácter autobiográfico.

R. A veces lo es, siempre hay elementos autobiográficos en una obra. Por ejemplo, la canasta que le metí a un jugador de dos metros. Esa es cierta, yo la hice y me acordaré toda la vida.

P. Su formación científica, infrecuente entre los escritores, ¿qué le aporta?

R. El sentido del rigor para buscar la estructura de la novela. Sin una estructura no puedo empezar a escribir.

P. Sin embargo usted parece haber trabajado mucho más la historia.

R. La historia, cuando empiezo a escribir, me la he contado miles de veces a mí mismo. Pero lo que me frena es la estructura. Me planteo cada novela con el rigor que un ingeniero pueda plantearse la construcción de un puente, ya sé que hay puentes que se caen, pero yo procuro que mis novelas se sostengan.

P. Trabaja la historia y la estructura. ¿El lenguaje?

R. Hay ciertos problemas metafísicos de los que se ha puesto de moda hablar, que yo soy incapaz de creerme: el forcejeo con el lenguaje, el que se escapan los personajes. A mí nunca me pasa. Naturalmente, hay un trabajo lingüístico, pero la narración me sale espontanea después de muchas horas de trabajo.

P. Así que usted no sufre cuando escribe.

R. Parecerá una cursilada, pero sí que sufro. Lo que pasa es que me gusta, será que somos masocas, pero en el fondo también disfruto, o no escribiría. No se puede escribir por otro motivo que el disfrute, en modo alguno para hacer pasta o conseguir fama.

P. Decía usted que nunca se le escapan los personajes.

R. Pues no, nunca se me escapan. Puede ocurrir que en un momento u otro de la redacción una circunstancia que era secundaria, pase a tener algo más de peso, pero de ahí no paso. Supongo que eso me ocurre porque yo manejo la anécdota como otros manejan la metáfora.

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