En defensa del Gobierno

Soy un lector desde el primer dia del periódico que usted dirige y me veo obligado a escribirle porque estoy perplejo del caríz con que también EL PAÍS está contribu- yendo al descarado acoso y derribo con que la Prensa está tratando al nuevo Gobierno.Vaya de antemano mi aclaración de que no milito en el PSOE ni en partido alguno. Soy tan sólo un ciudadano demócrata que votó a los socialistas profundamente convencido de que sólo una profunda regeneración (como muy bien dice Umbral) del pueblo español puede conducimos a un futuro de prosperidad y esperanza.De ahí mi sorpresa cuando no mi indignación, del cúmulo de ataques, tergiversaciones y manipulaciones con que se está obsequiando al Gobierno socialista, esperadas en diarios la mayoría en poder de la extrema derecha y los sectores más reaccionarios, pero impensables en un medio de difusión con una trayectoria tan ejemplar como la llevada hasta ahora por el periódico de su dirección. La ambigüedad, las contradicciones, la de cal y al día siguiente la de arena, tan notoriamente evidenciadas en la línea actual de EL PAÍS, son un síntoma preocupante que a muchos nos hace recordar a aquellos agoreros que pronosticaban que el atado y bien atado que dejó Franco se refería fundamentalmente a los enemigos de la solidaridad, que no son otros que el corporativismo y el grernialismo, del que están dando buen ejemplo en estos días losmédicos, los funcionarios y, siento decirlo, los periodistas. Se habla mucho de la clase política, pero nada de la clase periodística, y hacen bien en aprovecharse de ello. Quizá así algún día haya, de verdad, Prensa independiente. Dos ejemplos, constatados por muchos lectores: los ríos de tinta que las páginas de los diarios han hecho correr por los ¡veintiún! despedidos de Radiocadena (en un país de más de dos millones de parados) o la manipulación exhaustiva en torno /contra Balbín y La clave son una prueba evidente (y no soy yo sólo el que lo dice, sino bastantes ciudadanos de a pie) de que el sentimiento de verdad que ocupa a la inmensa mayoría de los periodistas es de que nada cambie, ni siquiera los tímidos balbuceos con

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que este Gobierno nos intenta concienciar.

Señor Cebrián, menos páginas dedicadas a Balbín, al cual han terminado por hacérnosle simpático con una dedicación tan innecesaria como sospechosa, y más hablar con sinceridad de muchos otros atentados contra la democracia, como el terrorismo practicado por las empresas echando cada vez más trabajadores a la calle.

Señores de PRISA, por favor, ¿quieren que eche mano de la colección de EL PAÍS para demostrarles exhaustivamente cómo trataron a los Gobiernos de Suárez y Calvo Sotelo a los pocos días de su proclamación? No es necesario recurrir a la hemeroteca para ver que el trato que ustedes precisamente están dando al nuevo Gobierno es mucho más duro que el que nunca dieron a nadie. Y otro ejemplo: el motivo que nos hace a muchos desconfiar del tratamiento dado al tema Balbín no es la vox populi del veto que alguien le dio a la dirección de RTVE al señor Cebrián ni la manipulación contra Televisión Española a beneficio de la televisión privada, sino que nunca (casos Castedo, Iñaki Gabilondo, etcétera) se gastó sobre un tema tanto papel innecesariamente, tanto que hace desconfiar. Si son ustedes consecuentes, estarían contentos con que, debido a las numerosas columnas gastadas para denunciar tan gravísimo atropello (¿dónde quedó el TOP, Jiménez Quílez, García Escudero, Sánchez Bella y otros angelitos, hoy menos dictadores que el señor Calviño?), el programa se dará. Y punto. / .