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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Crisis social en Italia y en Europa

LAS NEGOCIACIONES entre patronos y obreros en Italia están dramatizadas por la enorme distancia entre los puntos de vista de cada parte y por un fondo de malestar social -huelgas, manifestaciones- que puede alcanzar su punto máximo este martes si se realiza la huelga general prevista por los sindicatos. La segunda fecha clave es la del día 20, jueves: si en ella no se ha alcanzado un acuerdo, el Gobierno tiene que imponer una decisión, y en ese caso, los distintos, puntos de vista de la coalición gubernamental, que preside Fanfani, pueden producir un estallido, envenenada ya como está por las agudas discordias entre la Democracia Cristiana y el partido socialista, personalizadas en una polémica entre Ciriaco de Mita y Bettino Craxi. Se olfatea la crisis y, tras ella, unas elecciones generales anticipadas, que, según ha dicho ya el presidente de la República, Sandro Pertini, no resolverían nada.La acuidad del problema social en Italia tiene sus características propias, pero se puede inscribir dentro de un movimiento general europeo que se está desarrollando de manera peligrosa. Al margen las peculiaridades italianas, está la generalidad europea de la cuestión social, que en España se está tratando en estos momentos ,con las dificultades y ásperas negociaciones entre patronos y sindicatos acerca de porcentajes de elevación de salarlos. Está reapareciendo cada vez con más fuerza el enfrentamiento de las clases sociales. En los tiempos en los que se apuntaba hacia la sociedad de consumo, se fraguaban las primeras teorías sobre la sociedad del ocio, se consideró superada la lucha de clases y se redujeron los propósitos de los partidos revolucionarios. Se suponía entonces que los precios de la energía y las materias primas iban a quedar más o menos estabilizados y que la introducción de las técnicas electrónicas iban a liberar al hombre (al hombre occidental) de horas de trabajo sin perjudicar su capacidad adquisitiva o aun ampliándola. La utopía comenzó a realizarse, a ser parte de la vida práctica -aunque quedaran fuera de ella considerables sectores europeos y minorías dentro de cada país y cambió todo el contexto social, incluyendo el sentido de pertenencia a una clase. Aumentaron numéricamente las burguesías. Esa situación ha sufrido una quiebra profunda. El aumento de los precios de la energía y el del rearme, la recepción de la inflación que exporta Estados Unidos y algunos datos más se han arrojado literalmente sobre la economía europea; los enfrentamientos anteriores por el reparto de la riqueza se han convertido en enfrentamientos por el reparto de la pobreza. La nueva burguesía lucha denodadamente por no desclasarse; el proletariado -palabra prácticamente desaparecida del vocabulario-, por no regresar a situaciones de miseria. Mientras los patronos ven esfumarse la anterior facilidad de colocar sus productos en los mercados nacionales e internacionales y ven bajar o desaparecer sus cifras de beneficios, contemplan la amenaza de quiebra y el aumento del precio del dinero que necesitan para sobrevivir.

En Italia el tema se complica por la corrupción, por el desgaste de un poder monótono -la Democracia Cristiana- desde que terminó la guerra, por las enormes diferencias sociales entre campo y ciudad y entre Norte y Sur, por el aislamiento del segundo partido del país (el comunista) y por la multiplicación de un terrorismo que, a diferencia del de otros países, trata de conducir una forma de asalto al poder. Los partidos políticos han perdido prestigio, el Parlamento también. Italia se maneja. a golpes de crisis. Pero cada vez, cada crisis, es más amenazadora para la totalidad de la vida política. Y el desaliento que la actual produce bien puede reflejarse en la exacta frase de Pertini, la de que unas elecciones generales no resolverían nada. Porque atañe a la esencia misma de la nación.

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