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La villa asturiana de Cudillero, declarada área de rehabilitación integrada

Una próxima orden ministerial declarará a Cudillero, la villa asturiana con perfil más marinero, área de rehabilitación integrada, dentro de la campaña para el renacimiento de la ciudad promovida por el Consejo de Europa. El Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU) ha puesto en marcha un plan sobre varias localidades españolas dentro de una operación piloto dirigida a mejorar la calidad de la vida local con aspectos rehabilitadores de su patrimonio arquitectónico.

El estudio relativo a Cudillero recoge la evolución histórica de la villa desde su nacimiento, junto con aspectos sociales y económicos de Cudillero y, de manera fundamental, un análisis detallado, urbanístico y arquitectónico de cada uno de los edificios de la capital del concejo pixueto. Un equipo multidisciplinar coordinado por el arquitecto asturiano Efrén García Fernández ha realizado este trabajo.La operación rehabilitadora, a la que sirve de base el estudio, busca la conservación de los elementos ambientales propios de esta población marinera, la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes y la creación de unas nuevas bases de productividad y desarrollo económico. La declaración de área de rehabilitación integral lleva aparejada la concesión de créditos, en condiciones muy favorables, a los propietarios de los edificios para realizar las obras recomendadas.

Las casas de Cudillero, villa que tiene cerca de 2.500 habitantes, son pequeñas. Magín Berenguer destaca el particular encanto de este pueblo, capital del municipio, "por la original distribución de su casco urbano, en el que los edificios, escalonados por la superficie de una fuerte pendiente, se agolpan unos sobre otros, atropelladamente, para remansar en la parte baja, donde se reúnen alrededor de la plaza del Ayuntamiento, la iglesia y el puerto".

Los autores del proyecto de rehabilitación integrada de Cudillero afirman que "el efecto logrado por los constructores de estas obras, guiados por un aguzado sentido de adaptación a las peculiaridades del lugar, para aprovechar todas las ventajas del emplazamiento, forma una agrupación muy estimada por los espíritus sensibles de nuestro tiempo, al que se atribuye un elevado valor cultural. Posiblemente", agregan, "en ningún lugar de Asturias sea más acusado el contraste entre las necesidades de conservar una muestra urbanística sobresaliente y las aspiraciones a mejorar las condiciones de vida íntima y social de sus habitantes y, por tanto, donde está más justificada la conveniencia de establecer un equilibrio entre ambas exigencias a través de un marco institucional adecuado".

El proyecto de rehabilitación del casco antiguo de Cudillero, cuya importancia cultural reside en la calidad de la agrupación de edificios modestos, se realizó en cuatro fases y contiene las propuestas de actuación, que se formulan en los cuatro niveles de estudio y para distintos plazos temporales, diferenciando las que corresponden al ámbito político, administrativo y al de la iniciativa privada. El grado de transformación apreciado en el conjunto y en cada unidad aconsejó a los autores a proponer una estrategia tradicional basada en la financiación de las infraestructuras y servicios por parte de la comunidad y en el establecimiento de estímulos a la iniciativa privada para subsanar las deficiencias tecnológicas proporcionadas al grado de interés estético y ambiental de cada unidad.

Los marineros de Cudillero tienen una singular afición al baile. Durante los últimos días de junio y el primero de julio celebran en esta villa las fiestas de san Pedro, san Pablo y san Pablín, con la tradicional Amuravela, en la que un marinero recita en pixueto (bable de la zona) sobre los acontecimientos ocurridos desde la fiesta anterior y se aventura a vaticinar el futuro. Los excesos de los recitadores, que en ocasiones amenazaban a san Pedro cuando las cosas iban mal, crearon algunos años dificultades con la Iglesia a la Amuravela. Los habitantes de Cudillero saldaron el conflicto con unos versos en los que hacían una seria advertencia al párroco: "Queremos L'Amuravela, / que es cosa de antiguedá, / y si el cura non la quier, / que se vaya al sou llugar".

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