Interlocutor indispensable
"Respecto a Europa, son varios los interlocutores que pueden coordinar su acción con España; pero nuestro verdadero interlocutor, el indispensable, sigue siendo Francia", en opinión de Fernando Morán, actual ministro de Asuntos Exteriores, reflejada en su libro de 1980 Una política exterior para España. En términos que los analistas consideran imbuidos por el optimismo, no contrastado con la dura realidad de los intereses en pugna, el jefe de la diplomacia española afirma, en esas mismas páginas, que "quien piense a largo y medio plazo en París debe entender cuán beneficiosa para los verdaderos intereses de Francia en Europa es la participación de una España en pie de igualdad, con claridad de objetivos y capacidad de entusiasmo". "Francia", concluye, "es siempre un interlocutor difícil, pero un acuerdo con ella es posible e imprescindible".Antes de asumir sus responsabilidades presentes, el entonces senador socialista por Asturias particularizaba el caso de alguno de los diez. "Alemania Occidental", decía, "siempre, ha sentido que su política necesitaba de un aumento de influencia en nuestra Península, y ciertas afinidades entre sus respectivos partidos políticos cooperan en ese sentido. Italia puede encontrar en ciertas necesidades agrícolas españolas un paralelo a las suyas de cara a una mejor estructuración de la política agrícola común. El Reino Unido debe ampliar en España una acción europea que no desarrolló suficientemente. Con Portugal cabe también una coordinación".
Pero la condición excepcional de Francia viene avalada, a su entender, por varias razones básicas: la constante histórica de la influencia política, cultural y técnica francesa sobre la vida española; la posibilidad de que la coordinación de las políticas norteafricana, mediterránea y árabe de ambos países sea un factor muy favorable para París en la definición exterior de la CCE; el hecho de que sean precisamente sectores franceses los principales opositores al ingreso de España en la CEE, y la necesidad de enfrentar los problemas que afectan a las zonas fronterizas -y, en primer lugar, el de Euskadi-, habida cuenta de que toda desintegración de la conciencia estatal es profundamente peligrosa para Francia. En resumen, "si Francia es hoy el obstáculo, es también la posibilidad de una política europea de España".
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