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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'Desmadrada campaña'

Ante la desmadrada campaña que estos días se ha puesto en marcha contra la clase sanitaria, en particular, y contra los médicos, en general, quiero déjar bien claro que cierto sector de españoles -que, sin ser médicos, conocemos bastante bien los entresijos de esta profesión- estamos en total desacuerdo con dicha campaña y los medios de información que la sustentan de forma irresponsable y con un desconocimiento de causa que, en muchos casos, raya en lo grotesco.Ya es hora de que alguien rompa una lanza en defensa del buen nombre de un colectivo que, con medios -en muchos casos tercermundistas y obsoletos- que están muy por debajo de las necesidades terapéuticas mínimas, efectúan día a día pequeños milagros profesionales en beneficio de una sociedad que ahora quiere hacer pagar a justos por pecadores, sin discriminar en absoluto quién es quién.

Cierto que hay muchos profesionales de la medicina que han hecho de su noble profesión un sucio negocio. Pero no es menos cierto que éstos (los que actúan inmoralmente) son minoría.

Cierto que la Seguridad Social funciona mal, muy mal en ciertos aspectos. Pero es cierto también que esos aspectos no dependen de la voluntad de los médicos, sino de los burócratas y funcionarios.

Cierto que sobre la medicina ambulatoria planea la sombra del mal funcionamiento. Pero es cierto también que la medicina hospitalaria funciona lo mejor posible -teniendo en cuenta los escasos medios- gracias al sacrificio y abnegación de tantos y tantos médicos anónimos que han hecho y hacen de su profesión una entrega diaria al prójimo doliente.

Pocos de los que hacen coro a esa difamatoria campaña sabrán que en muchos hospitales de la Seguridad Social médicos de la plantilla hacen guardias de veinticuatro horas y a la mañana siguiente continúan su trabajo, en las consultas o los quirófanos, hasta bien entrado el día o primeras horas de la tarde. Que muchos de ellos abandonan lo que tengan entre manos -familia, amigos, merecido descanso, etcétera- para acudir a la llamada de un compañero que les requiere para operar una urgencia sin estar de servicio y fuera de horas.

No se habla tampoco de noches y noches de guardia sin salir de un quirófano, salvando vidas y aliviando el dolor de sus semejantes. Sólo se habla, en esta sociedad de carácter envidioso, de los altos sueldos que cobran esos profesionales, sin pensar o sin decir que hay otros muchos colectivos que, por trabajos menos necesarios y sobre todo menos vitales, cobran sueldos similares o mayores, sin la posibiliad de que un teléfono o un mensáfono suene en la circunstancia menos propicia. Parece como si los cirujanos empleasen el bisturí para efectuar atracos a mano armada y no para salvar vidas. ¡Basta!

En efecto, hay una minoría de médicos que son indignos de ejercer su profesión, pero si una golondrina no hace primavera... Tampoco unas cuantas personas, sean del colectivo que sean, pueden manchar indiscriminadamente a toda una profesión. /

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