El 'verano caliente' de la OTAN
Una situación de nerviosismo en la opinión pública europea se prevé para el próximo verano, cuando cinco países tendrán que adoptar su decisión definitiva sobre el establecimiento en sus territorios de 'euromisiles'
Los aliados han preparado una amplia campaña de información y propaganda en sus respectivos países para salir al paso de maniobras de este tipo, al tiempo que in tentan hacer llegar a la URSS el convencimiento de que los euro misiles serán desplegados contra viento y marea a finales de 1983 si no se alcanza antes un resultado positivo en las negociaciones para la reducción de armas nucleares de alcance intermedio (INF) `que celebran desde hace un año, in fructuosamente, Estados Unidos y la Unión Soviética, en Ginebra. Este fue el objetivo principal del último Comité de Planes de De fensa y Consejo Atlántico, cele brados este mes de diciembre, en Bruselas. Este esfuerzo de cohesión entre los aliados europeos y Estados Unidos frente a Moscú no impide que existan diferencias in ternas en la OTAN sobre el modo de llevar las negociaciones.Estados Unidos mantiene como única oferta la llamada opción cero cero, es decir, no despliegue de los Cruise y Pershing 2 a cambio de la destrucción de los 324 misiles SS20 ya instalados (cada uno con tres cabezas nucleares), así como de los sistemas, ya anticuados, de misiles SS-4 (275 unidades, parte de los cuales, según los soviéticos, han sido ya retirados unilateralmente) y SS-5 (veinticinco unidades).
La Unión Soviética ha repetido numerosas veces que no aceptará nunca esta opción porque la dejaría en situación de inferioridad frente a la force de frappe nuclear de Francia y el Reino Unido, que no figuran sobre la mesa de Ginebra. La posibilidad de que los soviéticos destruyan todos sus SS-20 parece hoy día completamente inviable, por más que todo el mundo en Bruselas asegure que esta sería la solución ideal.
'Opción cero-cero'
Para algunos países europeos, Francia y el Reino Unido entre ellos, pero también los Países Bajos y Bélgica, Washington debe estar preparado para negociar no la destrucción completa, sino una simple reducción que permita, si no abandonar el plan euromisiles sí, al menos, reducir también su número. Esta hipotética reducción de Cruise podría suponer su no instalación en Holanda, un país donde el movimiento pacifista es tan fuerte que ningún Gobierno ha osado todavía someter al Parlamento la autorización definitiva para instalar los euromisiles en su suelo.
La posibilidad no deja felices a los alemanes, cuyo canciller, Helmut Kolh, acaba de subrayar su preocupación a este propósito. La República Federal de Alemania, dada su situación geográfica de primera línea está condenada a recibir un cierto número de Pershing 2 y de Cruise si la opción cero no prospera y prefiere estar acompañada, y no actuar de caballero solitario.
"Es una posibilidad más o me nos razonable", comentaba en Bruselas un diplomático aliado quien subrayaba, sin embargo, los peligros de un enfrentamiento in terno en el seno de la Alianza Atlántica.
La Unión Soviética no pierde ninguna oportunidad de apoyar esta teoría. A los repetidos llamamientos de Europa occidental de que "dé un paso" y realice pro puestas serias de negociación, el nuevo equipo del Kremlin ha respondido con un ofrecimiento en esta línea: no instalación de curo misiles contra el desmantelamiento de un 50% de sus SS-20.
Lapropuesta ha sido inmediatamente rechazada por el presidente Ronald Reagan y por el canciller Helmut Kolh, por considerarla insuficiente. Según los expertos de la OTAN, una de las principales características del SS-20 es su movilidad. Si los misiles son desmantelados y vueltos a instalar al este del Cáucaso, la amenaza para Europa occidental sigue siendo la misma, puesto que pueden ser trasladados rápidamente en caso de crisis e, incluso detrás de los Urales, su radio de acción es tan grande que llegarían a toda Europa, salvo al sur de Portugal y de España.
En cualquier caso, la propuesta del nuevo líder soviético, Yuxi Andropov, -que ha sido acogida como un gesto positivo- es inviable desde el punto de vista de todos los aliados europeos, porque supone la desaparición de los Cruise y Pershing 2, y no su reducción proporcional. Las negociaciones de Ginebra se reanudarán en enero próximo, sobre los mismos supuestos que ahora, y continuarán, pues, completamente bloqueadas. Los expertos de la OTAN no creen que Moscú realice ningún "gesto espectacular" cara a las elecciones generales en la República Federal de Alemania, previstas para principios de marzo, aunque sí piensan que reforzará su campaña propagandística. Para dichos expertos es más probable que, a la vista de las elecciones alemanas y M papel que jueguen en ellas el Partido Verde y el Partido Liberal, el equipo de Andropov "juegue con el tiempo" y espere hasta principios del verano para lanzar una nueva propuesta. Estados Unidos y sus aliados, separados en cuanto a la rigidez con que Washington lleva las negociaciones, se verían cogidos en una tenaza: responder a la propuesta soviética, evitar su efecto sobre la opinión pública y proseguir, al mismo tiempo, el plan de instalación de los 572 euromisiles.
Desde el punto de vista de la OTAN, la negociación no es incompatible con el despliegue de los Cruise y Pershing 2, porque siempre se está a tiempo para retirarlos completamente o para reducir su número. Así lo afirmaron en Bruselas tanto el secretario de Defensa norteamericano, Caspar Weinberger, como su colega el secretario de Estado, George Shultz. Para la URSS, por el contrario, la instalación de los euromisiles supondría un elemento nuevo. Nadie cree, sin embargo, en la sede de la OTAN que Moscú rompa las conversaciones. "La Unión Soviética", afirmaba un diplomático aliado, "está frenética ante la instalación de los Cruise y Pershing 2, y no se cerrará ella misma la puerta a la negociación".
La preocupación de Moscú ante esta nueva arma aliada es evidente: para la URSS los euromisiles suponen un cambio sustancial en la relación de fuerzas nucleares Este-Oeste y la estrategia nuclear de los bloques. Hasta ahora, un ataque soviético tenía que ser respondido por un ataque intercontinental, con la implicación directa de Estados Unidos. A partir de finales de 1983, el panorama será distinto y, teóricamente, el territorio norteamericano quedaría "al margen" de una guerra nuclear que se desarrollaría exclusivamente en suelo europeo, occidental y oriental.
"Algo se está moviendo", según el diplomático aludido, para el que 1983 será uno de los años más difíciles de la historia de la Alianza Atlántica. Si las negociaciones no prosperan, con una fórmula o con otra -ya la de simple reducción es la única con posibilidades hoy por hoy-, las relaciones Este-Oeste pueden entrar en una fase de casi guerra fría, acentuada, además, por una política económica de mayor dureza con respecto a la Unión Soviética. De ahí el enorme interés europeo por lograr algún tipo de acuerdo y su difícil papel de mediador en el teama, que es, al mismo tiempo, parte de lo que se negocia.
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