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El tratamiento estético, imprescindible para los pacientes operados de cáncer en la cara

Durante los últimos días se ha celebrado en el centro especial de la Seguridad Social Ramón y Cajal, de Madrid, el XII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Cirugía de la Cabeza y Cuello. El presidente de este congreso, doctor Víctor Sada, y el vicepresidente, A. Díez Goyanes, describen la situación actual de los pacientes afectados por cáncer cérvico-facial y los esfuerzos para lograr su reintegración social.

El doctor Sada es el jefe del Departamento de Cirugía Máxilo-Facial del centro especial Ramón y Cajal, de Madrid. "En estos momentos", señala, "quiero expresar mi opinión, no como jefe de este departamento, sino como presidente del congreso; un acto que nace con el deseo de hermanar y acercar a todos los cirujanos que, aunque en distintos campos, trabajamos en mejorar la calidad de la actual cirugía de cabeza y cuello. Esta especialidad quirúrgica se alimenta de profesionales de diversa procedencia: cirujanos máxilo-faciales, otorrinos, cirujanos generales, dermatólogos, plásticos, etcétera"."Nuestros enfermos", continúa el doctor Sada, "son muy difíciles, no sólo por su dolencia, sino por la implantación de ésta. El cáncer asentado en la cara o en el cuello genera en el paciente y en su familia una serie de trastornos que no los produciría si estuviera situado en cualquier otra zona interna".

El cáncer es temible, pero en esta especialidad no sólo es necesario luchar contra él, sino también resolver situaciones psicológicas, sociales, familiares que a veces complican enormemente la labor del cirujano. "¿Qué cree que podemos hacer ante un paciente al que se le ha declarado un cáncer en la cara?", se pregunta el doctor Sada. "Fíjese: en la zona afectada por el tumor, este hombre presenta una prominente masa tumoral que le brota del rostro. Es terrible. Pero lo peor no es eso, sino que su propia familia le rechaza, le da asco y repugnancia, no los quieren llevar a sus casas. ¿Y qué cree usted que nosotros podemos hacer ante esta situación? Pues por ahora sólo operarle e intentar salvar su vida".

¿Y qué ocurre cuando se debe comunicar a un enfermo que su lengua está invadida por un tumor y es necesario extirpar parte de ella?. "Pues no ocurre nada, nada de nada...", aclara el doctor Sada. "La teoría de que un enfermo que ha perdido parte de su lengua pierde también su capacidad de hablar forma parte de las novelas que nosotros leíamos cuando éramos pequeños, de cuando llegaba el bandido perverso y le cortaba la lengua para que no hablara... Eso es mentira. Yo he operado a enfermos a los que ha sido necesario realizar una extirpación casi completa de su lengua y continúan hablando sin mayores problemas, aunque con un cierto deje. Tenga en cuenta que la emisión de la palabra se hace principalmente a través de la laringe".

Bisturí caliente

Para el profesor Sada, los medios con que cuenta su departamento son extraordinarios, y de acuerdo a ellos realiza anualmente cientos de intervenciones. El Departamento de Máxilo-Facial del centro especial Ramón y Cajal, de Madrid, está en estos momentos considerado, a nivel internacional, como uno de los más avanzados en el tratamiento quirúrgico de los tumores cérvico-faciales. Prueba de ello es la asistencia a este congreso del profesor Hollon Farr, cirujano jefe del Departamento de Cirugía Máxilo-Facial del Memorial Hospital de Nueva York.El profesor Farr fue discípulo directo del famoso cirujano Hayes Martin, quien, sobre 1930, por primera vez en el mundo puso a punto las técnicas quirúrgicas que dieron origen a esta compleja especialidad. En su intervención el profesor Farr hizo un repaso de los nuevos adelantos tecnológicos, entre los que destaca un bisturí caliente que, según va avanzando, coagula casi instantánamente los vasos seccionados.

Para el profesor A. Díez Goyanes, vicepresidente del congreso y también discípulo del profesor Farr, lo más interesante de estas nuevas técnicas cérvico-faciales radica en la posibilidad de reintegrar al paciente operado en la vida social. "En lo que realmente nos sentimos orgullosos es en la utilización y puesta a punto de las modernas técnicas de reconstrucción, que permiten reemplazar amplias zonas visibles que el enfermo ha perdido por efecto de extirpaciones tumorales".

Para él, la clave radica en la puesta a punto de nuevas técnicas de trasplante e implantación que permitan situar definitivamente, sobre las zonas afectadas, los injertos donados por el propio paciente. "En estos momentos tenemos enfermos a los que les falta media cara. Pues bien, tomamos un trozo de aquí y lo ponemos acá; otro de allí y lo colocamos allá..., y así intentamos dar a su rostro un aire, bueno, digamos que casi normal".

El Departamento de Cirugía Máxilo-Facial del centro especial Ramón y Cajal es el único dentro de la Seguridad Social que cuenta con un laboratorio propio de anaplastología. En éste, se diseñan y se montan desde tabiques nasales hasta gafas especiales que puedan disimular las terribles huellas que los cánceres cérvico-faciales dejan en el rostro de los enfermos. Gracias a este laboratorio, muchos de los pacientes que han superado la dolencia pueden disponer de prótesis que les permitan realizar una vida casi normal. El profesor Sada interviene de nuevo: "Por ahora es lo único que podemos hacer".

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