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El Consejo Atlántico inicia mañana el debate sobre la instalación de los nuevos euromisiles

Soledad Gallego-Díaz

Las negociaciones de Ginebra para la reducción de armas nucleares de alcance intermedio (INF) en Europa y el programa de instalación de los euromisiles estarán en el centro de las discusiones de la sesión de otoño del Consejo Atlántico, que reúne el jueves y el viernes, en Bruselas, a los ministros de Asuntos Exteriores de los dieciséis países miembros de la OTAN.

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Los ministros de Defensa ratificaron hace escasamente una semana su voluntad de instalar los 572 Pershing 2 y Cruise a finales de 1983 si las conversaciones no prosperan, pero esta determinación no impide que crezca la preocupación en el seno de la Alianza.Dos de los países que apoyaron en 1979 la decisión de modernizar las armas nucleares de teatro en Europa, Bélgica y los Países Bajos, que deben albergar cada uno 48 Cruise, continúan sin dar su aprobación definitiva. En los dos países, los Gobiemos son ahora de centro-derecha, lo que debería dar seguridad a la OTAN, pero en la práctica el movimiento popular en contra es tan fuerte que los nuevos primeros ministros, Wilfried Martens y Ruddi Lubbers, no se han atrevido aún a aparecer ante sus Parlamentos para pedir el sí. Hay tiempo, afirman sus portavoces, pero la Alianza recuerda que si, tal y como sucede ahora, no existe ningún avance en Ginebra, la decisión holandesa y belga deberá ser tomada, como muy tarde, el próximo verano.

Otro país, Dinamarca, asestó ayer un duro golpe psicológico. Copenhague no es uno de los cinco países elegidos para albergar los euromisiles, pero participa, como los otros países, en el fondo financiero que permitirá el despliegue de los 572 nuevos cohetes. La oposición acaba de ver aprobada en el Parlamento su propuesta para que Dinamarca renuncie a aportar un solo dólar al proyecto. Todo hace pensar, por tanto, que el Consejo Atlántico se reunirá en Bruselas en un mal ambiente.

Otros dos países, Grecia y posiblemente España, no están de acuerdo con el fundamento mismo del programa de los euromisiles. Atenas lo ha hecho saber en varias ocasiones, y los comunicados finales de la OTAN recogen desde hace un año la reserva del Gobierno socialista de Andreas Papandreu. España puede anunciar su oposición el próximo día 9.

Nada terriblemente grave, afirma un diplomático aliado; Holanda y Bélgica terminarán por aceptar los Cruise, pero si retrasaran la puesta en práctica del programa, lo fundamental sigue siendo que a finales de 1983 se instalen los primeros euromisiles en la República Federal de Alemania, Reino Unido e Italia.

Pero la República Federal de Alemania y el propio Reino Unido, aunque mantienen su compromiso contra viento y marea, presionan a su vez fuertemente a Estados Unidos para que ayude a descongelar las conversaciones de Ginebra. Hasta ahora, Washington ha planteado frente a la Unión Soviética la llamada opción cero, es decir, destrucción de los SS-20 soviéticos contra no instalación de los curomisiles. La propuesta fue rechazada ayer, una vez más, por el ministro de Defensa soviético, mariscal Ustinov, y los europeos están convencidos cada día más de que, aun siendo la fórmula ideal, los negociadores norteamericanos deberían colocar sobre la mesa otras propuestas más limitadas de simple reducción.

"La Unión Soviética debe ser la primera en dar una señal en este sentido", afirmaba ayer una fuente oficiosa aliada; "los europeos están dispuestos a acogerla con interés y pedir a Estados Unidos que la estudie con cuidado".

Los aliados europeos esperan con interés la intervención del secretario de Estado norteamericano, George Shultz, con quien sólo han tenido ocasión de entrevistarse conjuntamente en una ocasión, el pasado mes de septiembre, en Canadá.

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