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Juan Pablo II califica de delicado el tema de las finanzas del Vaticano

Juan Arias

El Papa habló ayer por vez primera del problema del Instituto de Obras de Religión (IOR), o banco vaticano, e indicó que la Santa Sede está dispuesta a dar los pasos necesarios para llegar a un acuerdo con el Estado italiano sobre los conflictos del IOR con el Banco Ambrosiano. Al mismo tiempo, la oficina de Prensa del Vaticano difundía un comunicado oricial con el balance financiero de la Santa Sede para 1981, que supone un déficit de 2.500 millones de pesetas.

Juan Pablo II anunció la disposición del Vaticano a negociar con el Estado italiano con un discurso en latín ante el cónclave de los 94 cardenales reunidos en el Vaticano para estudiar "algunos problemas graves de la Iglesia". Pero el problema sigue abierto.Abordando el tema de las cuentas vaticanas, el papa Wojtyla dijo que se trata de una cuestión "delicada y compleja", que los cardenales "han medido y pesado en todos sus pormenores". Y Juan Pablo II añadió una cosa muy importante, que demuestra claramente que el asunto aún no ha terminado y que no eran ciertas las informaciones de que el Vaticano era completamente ajeno a leis operaciones lle vadas a cabo entre el arzobispo Paul Marcinkus y el suicidado pre sidente del Barico Ambrosiano, Roberto Calvi. Dice Juan Pablo Il textualmente: "La Santa Sede está dispuesta a dar todos los pasos necesarios para alcanzar un acuerdo entre ambas partes". El motivo que aduce el Peipa es muy noble: "Para que se descubra completamente", dice, "toda la verdad, ya que la Santa Sede desea sólo ser vir la causa del amor".

Revela Juan Pablo II que el tema más impoitante de los debates de estos últirnos días, que no figuraba en el programa oficial, ha sido el de las finanzas, del que los cardenales "se han ocupado ampliamente". Y vuelve a insistir, como había hecho en su carta al secretario de Estado el martes pasado, que de ahora en adelante el Vaticano deberá vivir de "limosnas", recordando que dicha metodología financiera "corresponde a la tradición más antigua del evangelio y de los apóstoles".

Pero, al misino tiempo, Juan Pablo II recuerda que la Santa Sede necesita dinero para realizar un "programa pastoral de proporciones y dimensiones universales", y cita tres ejemplos: la realización del concilio, la evangelización a todos los niveles y el sostenimiento de sus colaboradores". Y como respondiendo a, las críticas hechas a la Santa Sede en la cuestión referente a sus finanzas, subrayó que "comparándolos con los gastos de otras organizaciones de tipo político, social e internacionales, nuestros balances", dijo, "podrían de verdad recordar el óbolo de la viuda del evangelio".

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El cardenal Casaroli afirma que el IOR fue víctima de un "proyecto oculto"

Viene de la primera páginaJuan Pablo II asegura que la Santa Sede está dispuesta a observarla "escrupulosamente", pidiendo a sus colaboradores "confianza en la Providencia".

Según el comunicado difundido por la oficina de Prensa del Vaticano, el balance financiero de la Santa Sede en 1981 acabó, si no se cuentan las entradas del llamado "óbolo de San Pedro" (las lismonas que llegan al Papa cada año), con un déficit aproximado de unos 2.500 millones de pesetas.

Pero si se considera el óbolo de San Pedro, que esta vez aparece en el balance, en realidad el Vaticano ha presentado un activo de 500 millones de pesetas.

El comunicado presenta la relación que el secretario de Estado, Agostino Casaroli, presentó a los cardenales. Tiene dos partes. En la primera aparece la opinión de los abogados del IOR y es una defensa a ultranza de todas las operaciones realizadas entre el arzobispo Paul Marcinkus y Roberto Calvi, el suicidado presidente del Banco Ambrosiano.

El cardenal Casaroli informó al conclave de cardenales que los tres banqueros internacionales presentaron a finales de septiembre el resultado de sus investigaciones que, afirma, "no tenían carácter conclusivo". Y añade que dichos sabios "después de haber reconocido el carácter particular de las llamadas cartas de aval en el plano jurídico-legal" y para que se pueda llegar a "una reconstrucción real de la situación que no parezca parcial" han sugerido "una colaboración ¡talo-vaticana para descubrir la verdad."

El secretario de Estado explicó a los cardenales que el IOR fue víctima de un "proyecto oculto", ya que Roberto Calvi hacía operaciones sin que lo supiera el Vaticano que "parecían regulares y normales". Sólo en 1981 el IOR pudo saber que se le había atribuído nada menos que la propiedad de las ocho sociedades controladas en el extranjero por el Ambrosiano. Pero puesto que el IOR, dice el cardenal Casaroli, no administró nunca tales sociedades "tampoco tuvo conocimiento de las operaciones que efectuaron cada una de ellas".

Lo que no explica el secretario de Estado es por qué el IOR dio a Calvi unas cartas de aval cuando ya no le servían, ya que al parecer tienen fecha posterior a las operaciones que provocaron la bancarrota.

Explicando que el IOR en realidad "no es un banco en el sentido común del término", afirma que era natural que usase los "necesarios servicios bancarios", pero que la diferencia radica en que los beneficios no van a los accionistas, que no existen en el caso del IOR, sino a favor de obras de religión que han podido gozar de préstamos mucho más favorables que los ofrecidos por los otros bancos. Y recuerda que el IOR aseguró en los momentos cruciales (como en e la última guerra mundial) la ayuda necesaria a las obras de religión.

El comunicado anuncia oficialmente que el grupo de los tres sabios se convertirá en una especie de asesoría permanente del IOR y anuncia que a los tres sabios anteriores se ha añadido el banquero alemán Hermann Abs, mientras en los ambientes vaticanos se asegura que está para ser nombrado también otro banquero de "lengua española".

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