Persiste la incógnita sobre quien será el jefe del Estado en la URSS
La URSS tardará aún en dotarse de nuevo jefe del Estado. Ayer, los medios oficiales y oficiosos soviéticos persistían en su mutismo. ¿Cuándo y cómo habrá nuevo jefe del en la Unión Soviética? O nadie lo sabe o nadie quiere decirlo.
La Constitución -vigente promulgada hace cinco años- es bastante ambigua al respecto. Podría ser el pleno del Soviet Supremo o bien una simple reunión de su Presidium los que nombren al nuevo presidente.En cualquier caso, no es justo culpar a los autores de la Constitución de la URSS. A veces, su cumplimiento -en lo que se refiere a las instituciones- ya es de por sí muy poco estricto. La carta magna soviética afirma que el Soviet Supremo tiene que reunirse dos veces, al año, mientras -inexplicablemente- este año sólo lo ha hecho una vez.
El papel político del jefe del Estado es en este país casi un símbolo y su inexistencia no crea ningún vacío de poder. Por ello, a nadie parece preocupar el hecho de que pudiera, llegar a aplazarse hasta la próxima primavera la elección de nuevo presidente del Presidium. Hasta entonces no tendrá lugar la nueva sesión ordinaria del Soviet Supremo.
Lo importante es, de todos modos, que alguien siga manteniendo las riendas del partido, cuyo órgano supremo -el Politburó- es, de hecho, el auténtico Gobierno de la URSS.
En cualquier caso, la tardanza en nombrar nuevo jefe del Estado ha dado lugar a todo tipo de rumores. Sin embargo, todo hace creer que Constantin Chernenko, el máximo rival del actual líder comunista soviético, Yuri Andropov, parece resignado -en el caso de que realmente lo haya pretendido en algún momento- a no acceder a la jefatura del Estado.
La duda que se plantea ahora en Moscú es si tendrá lugar alguna reunión extraordinaria del Soviet Supremo antes de que acabe el presente año. La inminente celebración del sesenta aniversario de la formación de la URSS podría servir de excusa.
Supuestamente -al menos, según dice su Constitución-, el Soviet Supremo tiene que hacer oír su voz en lo referente a la formación del Consejo de Ministros. Pero en esto la carta magna soviética es tan ambigua como en todo lo demás. A Andropov se le atribuyen deseos de cambios en el poder ejecutivo.
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