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"En Europa hay una escasa atención crítica a los gastos de armamento"

Frank Blackaby, director del Instituto Internacional de Investigaciones sobre la Paz de Estocolmo (Stockholm International Peace Research Institute, SIPRI), ha estado en Madrid, invitado por la Fundación Pablo Iglesias. Los trabajos del SIPRI versan sobre la carrera de armamentos y las negociaciones de desarme. El Instituto publica un anuario muy prestigiado acerca de estas cuestiones además de otros estudios separados en torno a los movimientos de no proliferación de armas nucleares, el impacto militar sobre el medio ambiente humano y las armas químicas.

En conversación con EL PAIS, Blackaby reconoció que la recepción de estos trabajos en las instituciones de las Fuerzas Armadas varía según los países. En Suecia, por ejemplo, los militares están interesados positivamente, y uno de sus hombres colabora para mayor garantía técnica de los trabajos. Su misión es asegurar el rigor cuando el SIPRI aborda cuestiones referentes a misiles y armas de gran complejidad técnica. "Somos un Instituto abierto, no tenemos secretos, nuestras puertas están abiertas a cualquier persona. En otros países, como Estados Unidos, los militares estiman que nuestros comentarios no les son favorables. Generalmente adoptamos un punto de vista crítico frente a lo que llamamos el sector militar mundial. Por eso no esperamos que los militares que leen nuestro material estén muy satisfechos".

Según Frank Blackaby, los militares comparten con las restantes burocracias el objetivo de incrementar su independencia en la gestión de las misiones asignadas. Se preocupan por defender sus presupuestos por todos los medios. Si consideramos los gastos militares en diferentes países, resulta muy difícil encontrar una relación entre su volumen y el grado de amenaza que sufren. Por ejemplo, en América Latina hay un sector militar bastante extenso, pese a que nadie va a atacarles.

Es un error pensar en las instituciones militares como exclusivamente dedicadas a la defensa de la patria. "Lo que buscan las organizaciones militares ya no es tanto la mejora de la seguridad, sino la certeza de su propia perennidad". Incluso en Suecia el estudio del patrón de voto de los oficiales profesionales prueba una inclinación hacia la derecha. Los datos de este comportamiento en diferentes países revelan una desviación dextrógira respecto a la media de sus compatriotas.

Una sociedad cerrada

El director del SIPRI subraya que en el área de América Latina hay también una competencia entre los diferentes, ejércitos de un mismo país y no solamente entre los distintos países. Cuando un país decide adquirir cazas supersónicos, las fuerzas aéreas de otros países de la zona reclaman otra adquisición semejante. Los militares tienen intereses diferentes, constituyen una sociedad cerrada, que mira hacia dentro y se sienten distintos. En muchos países, como Grecia con los coroneles, el Ejército llegó a ser un Estado dentro del Estado. El SIPRI se interesa en el sector militar porque 52 de los países en vías de desarrollo están bajo Gobiernos militares.Jacqueline Grapin y Jean Bernard Pinatel señalan en su libro La guerra civil mundial que "sería interesante poder medir en las democracias las partes de sobrearmamento debidas a la desconfianza inconsciente de los dirigentes y los militares respecto a la voluntad de defensa de sus conciudadanos. Una política de defensa no consiste sólo", a su entender, "en acumular armamentos; supone consolidar la cohesión nacional".

En torno a estas ideas, Blackaby precisa que en los países de Europa Occidental el debate sobre gastos militares es muy restringido y no trasciende al público. Hay gastos enormes que no han sido sometidos a crítica. En el Reino Unido, indica, se han invertido recientemente mil millones de libras (unos 190.000 millones de pesetas) para misiles con cabezas nucleares de los submarinos, lo que era absolutamente innecesario una vez que los soviéticos han quedado sometidos al tratado que limita esas armas. Nadie conoció este gasto hasta que no se hubo llevado a cabo.

Muchas veces, en opinión de Blackaby, cuando los militares ensayan una nueva arma exageran. Por ejemplo, en Estados Unidos la firma Huse, fabricante de un misil teledirigido, suministró cifras sobre la proporción de carros de combate localizados como blancos por la nueva arma. Luego, cuando un investigador del Congreso de Washington revisó los datos, comprobó que los hombres que hacían los disparos simulados conocían por dónde habían de avanzar los carros. Y cuando se hizo una prueba más independiente averiguaron que el misil no era capaz de distinguir entre un carro y un camión. En Estados Unidos, la Oficina General del Presupuesto fiscaliza detenidamente el gasto, pero en otros países hay muy poco atención crítica y en detalle sobre los gastos militares.

Los movimientos por la paz tienen adeptos en la clase media

Para el director del SIPRI, actualmente los movimientos por la paz y el desarme en Europa han conquistado una respetabilidad mucho mayor que sus antecesores, tienen mayoritariamente adeptos de clase media. En el Reino Unido la Iglesia anglicana ha creado un grupo de trabajo que cuestiona si un cristiano puede aceptar el uso o la amenaza de uso de las armas nucleares. En consecuencia, la Prensa habla de estos planteamientos con menos actitud de superioridad que anteriormente, y la situación del movimiento en pro de la limitación de la fuerza nuclear en Estados Unidos es análoga.En la mayoría de los países es muy dificil identificar el movimiento antinuclear con la propaganda de la extrema izquierda. En cuanto a la Unión Soviética, apenas se dan movimientos independientes, pero es un error pensar en la URSS como una sociedad monolítica. Según Frank Blackaby, muchos de los enrolados en la comisión de la paz y el desarme son "críticos silenciosos de la política soviética, y en privado no dejan de manifestar su desacuerdo con el exceso de recursos e influencia de los militares en la URSS".

La contención recíproca entre las dos grandes potencias es muy peligrosa porque se alimenta de una competitividad permanente, pero también se percibe un miedo al pacto ruso-norteamericano basado en el condominio y en el reparto a expensas de terceros.

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