Alta participación en las elecciones brasileñas
Alto nivel de participación y completa normalidad en todo el país fueron las dos notas más destacadas de las elecciones celebradas ayer en Brasil. Cerca de 62.000 cargos políticos dependían del voto de 58,5 millones de electores. Unicamente el presidente y dos tercios del Senado quedaron al margen de los comicios, porque sus respectivos mandatos no han finalizado aún.
La televisión ofreció el domingo por la noche reportajes sobre los campesinos del noreste y la región amazónica, que se habían echado ya a los caminos para llegar al día siguiente ante las urnas. En otros casos, la lancha y la canoa fueron los medios de transporte. Distancias de hasta cuarenta kilómetros a menudo tuvieron que ser recorridas a pie para ejercitar el voto.La asistencia a la urnas en Brasil es obligatoria bajo amenaza de sanciones, que van desde multas hasta la pérdida del pasaporte o la imposibilidad de conseguir un préstamo oficial. Pero normas de este tipo, que son comunes en toda América Latina, no logran por sí solas llevar al electorado a las urnas.
Quiere esto decir que, sanciones aparte, existía un interés real por estas elecciones, en las que, más allá del reparto de cargos, se decide el futuro democrático de Brasil. Esto explica que, a las 7.30 de la mañana, media hora antes de abrirse los colegios, cientos de personas hicieran cola ante sus puertas.
Una gran parte de la red bancaria brasileña, que cerró ayer como todas las empresas del país, cambió su cometido habitual para alojar en su interior mesas de votación. Un periodista lo calificó como una colaboración de la banca al avance democrático. Centros parroquiales y escuelas completaron el mapa logístico, que moviliza aquí a más de un millón de personas.
La presencia policial ante las urnas, incluso en barrios calificados de altamente peligrosos, fue tan discreta que a ratos se hacia imperceptible. Numerosos observadores juzgaron de modélica la mecánica electoral. La cédula de elector, con su fotografía, era comparada en cada caso con el ejemplar que tenía la mesa, también con la foto del votante. Todo ello hacía prácticamente imposible una falsificación.
El régimen brasileño mantuvo bien engrasada la maquinaria electoral durante estos últimos dieciocho años, con la convocatoria regular de comicios que, si no servían para democratizar el sistema, al menos hicieron funcionar todos los mecanismos de una votación. Apenas una hora y media después de abrirse los colegios, ya había votado en muchos lugares una quinta parte del censo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.