Descubrimientos para un fin de semana
Hay semanas en las que no sucede gran cosa. Otras se llenan de nombres y sucesos tras los que una determinada minoría corre en un delirio de ubicuidad. Así ocurrió el fin de semana pasado. Era cuestión de acercarse a la Escuela de Caminos de la universidad madrileña. Allí, mientras unos universitarios celebraban un examen, el grupo Cámara, de Málaga, y Alaska y los Pegamoides ponían ritmo a las respuestas.
La actuación de Cámara, que suponía su presentación en Madrid, resultó algo aburrida. Su música tiene cierto parecido con la de sus paisanos Danza Invisible, parecido que en ocasiones llega a la identidad. Sin embargo, lo que se pretende obsesivo puede degenerar en monótono, y eso fue lo que les sucedió a los andaluces.Pero si Cámara resultó monótono, peor fue lo de Alaska y los Pegamoides, por mediocre. El grupo, que ya desde su nacimiento recogía miles de influencias, asimilaba éstas, así como como sus fallos instrumentales y vocales, a través de un agudo sentido del humor. Desaparecido Carlos Berlanga, desaparecido ese elemento, y aunque la competencia técnica es mayor (nunca sobresaliente), la actuación resulta fría y distante. Cuando se meten con las nuevas canciones surge algo que nunca hubiéramos esperado de ese grupo: sucursalismo. Respecto de Siouxsie and the Banshees en el caso que nos ocupa. Tanto es así, que Olvido cambió su habitual traje de actuaciones veraniegas (negro como ala de mirlo) por otro blanco, que identificara menos a la copia española con el modelo británico.
Entre eso y que el sonido era fortísimo, el concierto de Alaska resultaba irritante al no responder a unas expectativas bastante lógicas. Eso sí, su capacidad de convocatoria se mostró, en cada una de las tres sesiones que ofrecieron, con llenos prácticamente totales en todas ellas, hasta alcanzar un número total de unas 3.000 o 4.000 personas. Ahora, el guitarra Eduardo se va a la mili y más tarde lo hará el batería, Toti (el mejor en lo suyo, por cierto). Según el mismo grupo, los supervivientes piensan seguir, haciendo las sustituciones oportunas. Ya veremos qué sucede. Hoy por hoy, lo suyo es gélido, no divierte y ni siquiera provoca escándalo.
El mismo sábado, pero ya de noche, tenía efecto en el Rock Ola otra reunión múltiple. Muy lamentablemente, no alcancé a escuchar más que el último tema de los alicantinos Todo-Todo Pero, tras una amplia encuesta realizada entre los escuchas, puede afirmarse, confiadamente que este grupo es de los que mayor impresión han causado a lo largo del año. Su música, definida por algún fanzine levantino como electro-funk, destaca en primer lugar por su despliegue tecnológico. Allí tocan las computadoras, que controlan ritmos y melodías previamente programados. La actividad en escena consiste en añadir detalles de sintetizadores y algún golpe de efecto. Este tipo de montaje requiere de varios elementos para que resulte bien: que lo programado sea buena música, que la presencia sobre el escenario posea un cierto empaque y arrogancia y que lo ausente en espectáculo sea sustituido por otros elementos escénicos tal como proyecciones, vídeos, películas, luces, etcétera. Por lo visto y escuchado, Todo-Todo cumplen de lejos las dos primeras premisas, cosa bastante natural si tenemos en cuenta que la última es cara.
El segundo grupo venía de Bilbao y se llaman Argimensor K. Ya desde el aspecto se les nota una cierta vena crepuscular, y así era también la música, del mismo estilo que unos Cure, Joy Division y Gabinete Caligari, sólo que menos histérica. No eñtretuvieron mucho.
Y el final correspondió a Los Iniciados, que presentaban un breve espectáculo en torno al dios (egipcio) Annubis. Disfrazados con máscaras, y sobre una cinta grabada, los Iniciados fueron desgranando unas palabras que apenas se entendían, en el seno de una coreograria algo cutre. La música, eso sí, era estupenda, digna de ser editada tal cualsonaba.
Babelia
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