La dura elegancia de Wishbone Ash
El concierto que Wishbone Ash, veterano grupo inglés, vino a ofrecer a Madrid no será de los que pasen a la historia de la música en nuestro país.El pabellón deportivo del Real Madrld estaba algo más que medio lleno en un viernes por la noche y el personal presente mostraba unas características algo menos metálicas y sí más claptonlanas de lo que podía esperarse de un concierto de rock.
Y es que Wishbone Ash fueron, hace ya muchos, muchos años, la personificación de cierta elegancia en el terreno del rock duro o progresivo, que se llamaba por entonces (cambio de década). Sus dobles punteos de guitarras se hicieron famosos, su sentido melódico no estaba mal y la pulcritud de sus intervenciones llegaba a ser notable. Y eso fue exactamente lo que ofrecieron en Madrid tras una apertura a cargo de Moris, quien tuvo muy difícil el contacto con un público predispuesto a otras cosas.
Como tal, el concierto fue una repetición de glorias pasadas, con sonido potente y canciones inteligentemente construidas. La gente pareció disfrutar, y buena muestra de ello era la desolación en que se encontraban los bares cercanos al lugar.
Fue una actuación estándar, de esas que hacen pasar un simple buen rato tras pagar setecientas pesetas. No fue emocionante, tal vez entretenido.
Babelia
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