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Desolación en los pueblos inundados y aislados por las aguas en el Alt Urgell

El Alt Urgell, la zona más castigada por las inundaciones en Cataluña, ofrecía ayer un aspecto desolador. Miles de animales muertos de las granjas de las comarcas se mezclaban en las aguas con los escombros de las casas que ha destrozado el río Segre a su paso por las comarcas leridanas. No había otro tema de conversación que el espeluznante relato de las muertes de quienes habían sido engullidos por el agua, siete, según las noticias que iban llegando a los pueblos sitiados por el agua, negra de tanta destrucción como llevaba consigo. A la consternación por las muertes se sobrepuso la idea de que volvería a llover.

Al dolor por las personas de las que se tenía la certeza de que habían muerto se unía la incertidumbre sobre los desaparecidos, como aquellos tres jóvenes cuyo coche fue arrastrado por las aguas cerca de Ponts anteayer. Dos de ellos no lograron siquiera abandonar el automóvíl. El tercero, vecino de Oliana, permaneció toda la noche agarrado a la rama de un árbol emitiendo desgarradoras llamadas de socorro que nadie pudo atender por la virulencia con que bajaban las aguas. Un helicóptero de las Fuerzas Aéreas rastreó ayer por la mañana la zona, pero hacía ya mucho que había dejado de oírse y no fue hallado. La Guardia Civil los daba anoche por desaparecidos.Más suerte tuvo una joven que aguantó también toda la noche colgada de una rama hasta que pudo ser rescatada por una lancha de los equipos de salvamento. Escenas como éstas eran relatadas en los corrillos formados de las gentes, que no sabían qué hacer ante tanta desolación.

La noticia de que se había reventado una presa próxima a La Tour de Carol, en el sur de Francia, corrió como un reguero de pólvora a última hora de la tarde. El temor se convirtió en pánico, a pesar de los confusos desmentidos posteriores. No había medio de saber con exactitud cuál era la situación real en toda la zona. Únicamente la radio interna de la compañía de autobuses Regina sirvió de enlace entre los pueblos cercados del Alt Urgell y el exterior. Precaria comunicación que hizo un extraordinario papel, pues mediante esta emisora se enviaron comunicaciones oficiales, consignas, peticiones de ayuda y todo tipo de mensajes, incluida esta crónica de urgencia desde los pueblos embarrancados.

El enlace lo ha constituido precisamente un autobús de esta compañía, cuyos ocupantes quedaron totalmente aislados, al romper la tromba de agua la carretera por delante y por detras del autocar. Todos ellos fueron rescatados después de pasar toda la noche a la intemperie. Como éstos, muchos otros turistas han quedado también sitiados por las aguas. Las comunicaciones por carretera están interrumpidas por desprendimientos en la comarcal 1313, kilómetro 120, a poca distancia de La Seu d'Urgell, población que tampoco puede utilizar las otras dos salidas. Los puentes de Arfa y de Abàs han desaparecido y el de Adrall, a seis kilómetros de La Seu d'Urgell, está a punto de desplomarse. Se calcula que, con suerte, esta carretera no podrá ser utilizada para el tráfico de vehículos en tres o cuatro días. Otros pueblos de la zona, como Organyà, Oliana y Coll de Nargó se encuentran con las comunicaciones* cortadas.

Los problemas de vivienda para quienes la han perdido son muy preocupantes, pese a que los ayuntamientos han improvisado alojamientos en todos los lugares que han podido. Las pérdidas materiales se cuentan por centenares de millones, las muertes de animales de granja son innumerables. Una piscifactoría con más de un millón de truchas a punto de ser recogidas fue arrasada por las aguas. Todos coincidían en que esta tragedia supera a la de 1937, que ayer revivió en la memoria de todos.

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