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Visita de Juan Pablo II a España

El Papa insiste en la obligación del celibato y el hábito para los curas durante su visita a Valencia

Juan Pablo II ordenó ayer presbíteros a 141 seminaristas, a los que llamó vivamente a "la obligación del celibato". Este, según dijo "no es una limitación ni una frustración", sino la expresión "de una donación plena, de una consagración peculiar, de una disponibilidad absoluta. Al don que Dios otorga al sacerdocio", siguió el Papa, "responde la entrega del elegido con todo su ser, con su corazón y con su cuerpo -aplausos- con el significado esponsal que tiene...". Y aquí se reiteraban los aplausos y más aplausos, por parte, incluso, de señoras mayores y de adolescentes, de la población civil.

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Ayer fue, en Valencia, una de las grandes jornadas del Opus Dei durante la visita del Papa. Juan Pablo II ordenó sacerdotes a 141 diáconos, entre los que la mayor colectividad, 29, fueron precisamente de la obra de Escrivá de Balaguer -hubo 83 diocesanos de distintas procedencias y 29 religiosos de 16 órdenes-. De hecho, el Papa tocó en su discurso varios puntos en los que el Opus ha llevado la voz cantante al preparar su visita: el modo de vestir de los sacerdotes, el énfasis en el sacramento de la penitencia, y el rezo del rosario, entre otros. El Opus sufragó, además, el copón de oro macizo que Juan Pablo II usó en la misa, para guardarlo como recuerdo.Por lo demás Valencia se llenó de curas con sotanas o traje talar, las mejores ventanas de la ciudad lucieron el Totus Tuus y la tribuna dedicada a la Prensa fue profusamente ocupada por jovencitos con o sin acreditación profesional, pero siempre adornados con pegatinas del lema papal. No faltó delante del altar, en el antiguo cauce del Turia, la gran pancarta firmada "Univ.83", con la contraseña que emplean los seguidores. de Escrivá en los actos públicos ante Karol Wojtyla.

Al tiempo que el Papa incidía en el celibato, un grupo de sacerdotes pensaba entregarle, durante su encuentro con 3.000 de ellos, en el seminario del pueblo de Moncada, después del almuerzo, una carta redactada en Madrid en la que le piden que Roma tenga "una actitud de mayor comprensión y misericordia" con los curas que deciden dejar el ministerio, según dijo a EL PAÍS uno de los firmantes. El Papa reiteró a los ordenandos el llamamiento a la obediencia a la jerarquía en el que tanto insistiera en el Camp Nou de Barcelona. "Deberéis estar unidos a los obispos", les dijo, "según la hermosa expresión de San Ignacio de Antioquía, 'como las cuerdas a la lira'". Y citó un documento conciliar: "Estáis puestos aparte, segregados, pero no separados". "Ser uno más en la profesión, en el estilo de vida, en el modo de vestir -aplausos atronadores-, en el compromiso político, no os ayudaría a realizar plenamente vuestra misión; defraudaríais a vuestros propios fieles, que os quieren sacerdotes de cuerpo entero", dijo Wojtyla.

Precisamente, en la dodumentación repartida a los periodistas, figuraba una frase de Juan Pablo II en la que decía: "Sois sacerdotes, no sois dirigentes sociales, líderes políticos o funcionarios de un poder temporal. Por eso os repito: no nos hagamos la ilusión de servir a el Evangelio si tratamos de diluir nuestro carisma a través de un interés exagerado hacia el amplio campo de los problemas temporales". Después de todo esto, con la acostumbrada táctica de este Papa de dar una de cal y otra de arena, pidió a los ordenandos de ayer que se comprometan "en todas las justas causas de los trabajadores".

Tareas del ministerio

Siempre adelantándose a los deseos del Papa, el Opus Dei había notificado que los 29 miembros de la organización que iban a ordenarse, aunque "han recibido previamente una honda y cuidadosa formación espiritual y pastoral" y tienen "diversos títulos civiles, universitarios y profesionales", a partir de "ahora se dedicarán exclusivamente a las tareas propias de su ministerio". Entre otras áreas profesionales, el mundo del periodismo pierde así, por ejemplo, a Pedro Pascual, 46 años, ex redactor jefe de El Correo Catalán y de Mundo Diario y redactor de Europa Press en Barcelona, que ayer se quedó, como sus compañeros, "ya, hasta la eternidad, con el carácter sacerdotal", según explicó el animador del acto.

"Ya pueden pastorear la porción de iglesia que les corresponde", dijo también el animador tras la imposición de manos del Papa a los nuevos ministros de la Iglesia. Esta imagen del pueblo como rebaño, tan repetida en los textos religiosos, fue también usada por Wojtila cuando explicó a quienes recibían el sacerdocio de segundo grado que "Jesús resucitado confía a Pedro sus ovejas y, del mismo modo, os las confía a vosotros".

La visita de Juan Pablo II revolucionó ayer a tres afamados industriales de la hostelería y a casi sesenta colaboradores de éstos, que hicieron cinco paellas de 1.200 platos cada una por encargo del Arzobispado, celoso de que el Papa fuera a marcharse sin probar el plato típico valenciano. En las gigantescas paellas se emplearon 600 kilogramos de arroz y seis toneladas de leña y para moverlas hubo que procurar un transporte con grúa. Seis mil comensales dieron cuenta de tanto arroz en el seminario de Moncada, donde el Papa tuvo un encuentro con los sacerdotes. Completaron el menú del Papa y sus comensales jamón ibérico y queso, como entremeses, y fruta de postre.

Por la mañana, Juan Pablo II empezó su gira valenciana visitando a la patrona de la ciudad, la Virgen de Los Desamparados, cuya imagen presidió la ceremonia de ordenación de los nuevos sacerdotes. Después, se reunió con representantes de la tercera edad. Se eligió para ello Valencia, según la documentación, porque en la ciudad se veneran los restos de la leridana Santa Teresa de Jesus Jornet, fundadora de las Parvae sorores senum derelictorum, o, lo que es igual las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

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