Parálisis Permanente, el grupo sucursal
Madrid es una ciudad extraña. No sólo se echan sus habitantes a la calle en cuanto se les da el menor motivo, sino que los grupos que por ella pululan pueden desdoblarse, ser más de uno y, siéndolo, hacer músicas completamente distintas.Este es el caso de Parálisis Permanente, un cuarteto de formación clásica, cuyo líder es también el actual guitarrista de los Pegamoides, y cuyo bajo, antes de pasar a tocar con Dinarama (grupo de Carlos Berlanga), era Nacho Canut, una de las almas tranquilas que tienen mayor responsabilidad en las letras que dice Olvido Alaska. Como puede apreciarse, gente inquieta, mutable y polivalente que actuó el pasado jueves en el Rock Ola madrileño.
Lo cierto es que Parálisis, con dos sencillos y un elepé a cuestas, se ha convertido sin hacer casi actuaciones, en uno de los grupos más valorados por los espíritus sensibles del pop hispano. Su música, de corte generalmente malsano, mezcla de necrofilia con irreverencia religiosa y un cierto espíritu masoquista y/o sádico, posee una intensidad rara. Si a ello le sumamos que el sonido escuchado el pasado jueves en el Rock Ola fue francamente bueno, puede colegirse que esta última actuación de Parálisis (tanto Eduardo, su líder, como Toti, batería de los Pegamoides, se van a la milicia en diciembre) supuso una buena ocasión para escuchar a uno de los más inteligentes descaros que se producen por nuestra tierra. El único defecto que puede presentar un tal concierto es que, al haber tocado juntos en pocas ocasiones y al estar montadas las canciones sobre las capacidades guitarrísticas del mismo Eduardo Pegamoide, la actuación, cuando supera la fatídica barrera de los cuarenta minutos, puede hacerse reiterativa y algo pesada.
De todas maneras, el local se llenó y el bar se vio poco frecuentado mientras sonaban los guitarreos de esta gente.
Babelia
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