Poca fantasía en las 'Estaciones' de Vivaldi

Patrocinada por una entidad mercantil y para inaugurar las XVI Jornadas Musicales de Apreciación Musical, organizadas por el Círculo Catalán de Madrid, se presentó en el Teatro María Guerrero la Orquesta de Cámara de Munich, dirigida por Hans Stadlmair. En días sucesivos, el conjunto bávaro actuará en el Real para los universitarios en dos programas dedicados a Juan Sebastián Bach, sus hijos y sus contemporáneos.No es la Orquesta muniquesa instrumento de gran perfección, pero todas sus versiones son serias, y sus realizaciones, de un nivel muy estimable. Sucedió el lunes que Stadlmair, la violinista Sigrid Fusch y los quince profesores abordaron un programa casi íntegramente italiano. Ni Pergolesi -en su admirable Concertino en sol mayor-, ni Vivaldi, en las archiconocidas Cuatro estaciones, encontraron la elevación, la gracia lírica y, a veces, la melancolía muy de la escuela veneciana que brillan en sus partituras. Tampoco una cierta dosis de libertad que, por via de lo cantábile o de las diversas alusiones descriptivistas, otorga a estos pentagramas una aireación, un impulso imaginativo y una flexibilidad que, en esta ocasión, no se hicieron presentes.

La solista, Sigrid Fusch, aun con defectos en algunos pasajes de mayor dificultad, es buena música, posee excelente sonido y una dosis mesurada de encanto. Lució, de modo particular, en el Concierto en mi menor BWV 1042, de Juan Sebastián Bach.

Un público cuya predilección los barrocos alemanes e italianos es bien conocida siguió las diversas ejecuciones con interés y aplaudió largamente al final de la sesión. El Teatro María Guerrero registró un lleno y eran comentario general las bellas posibilidades de la sala de la calle de Tamayo y Baus para audiciones de cámara.