La situación de la economía norteamericana decidirá el voto en las elecciones del martes
El presidente Ronald Reagan cerró la campaña electoral para la renovación de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado y varios gobernadores con una gira por varios Estados del oeste norteamericano. "La economía está en marcha", no se cansó de repetir el presidente, tocando el punto clave que decidirá el próximo martes el voto de los norteamericanos.
Los últimos indicadores económicos parecen confirmar la tesis del presidente de que en EE UU ha comenzado la recuperación económica. En el último trimestre, la producción industrial creció el 3,6%. La inflación continuó su descenso, con una proyección del 4,8% anual de subida de los precios. Pero quedan las linternas rojas de un nivel de desempleo del 10,1% y la confirmación de un déficit presupuestario de 110.000 millones de dólares para 1982.Estas últimas cifras se traducirán en una crítica popular contra la política económica del presidente Reagan, según prevén los demócratas, y en la pérdida para los republicanos de unos treinta o cuarenta escaños, en una Cámara de Representantes de 435 puestos dominada ya por los demócratas. Pero "no perderemos la mayoría en el Senado", dijo el presidente Reagan, señalando la posible continuidad de mayoría republicana, 54 contra 46, en la Cámara alta.
Los analistas de la Casa Blanca destacan, no sin razón, que "casi todas las administraciones, republicanas o demócratas, pierden escaños en las elecciones del Congreso", situadas a mitad de cada elección presidencial. Así ocurrió durante la Administración Kennedy, la de Johnson, Nixon, Ford y Carter.
Las críticas del Nobel de Economía
Reagan desplegó su apoyo directo a los candidatos republicanos con mayores dificultades, en particular en los Estados del Medio Oeste, donde es más patente el incremento del desempleo, la crisis del sector industrial y la baja de los precios agrícolas. Manifestaciones pidiendo trabajo y no bombas, o recepciones con escaso entusiasmo, fueron la característica del recorrido de Reagan por esta región.
También chocó el presidente con el recién nombrado premio Nobel de Economía, el profesor de la Universidad de Chicago George Stigler, quien aprovechó una recepción en la Casa Blanca para recordar ante la Prensa que EE UU se encuentra bajo un fenómeno de recesión y de depresión, al margen del lenguaje electoral del presidente Reagan y sus consejeros. Calificó las teorías de los estimuladores de la oferta económica, en la que se basa la doctrina del equipo Reagan, de "un truco o, si lo prefieren, de un eslogan".
¿Equivaldrá la elección del martes día 2 de noviembre a un referéndum para la Administración Reagan? El anunciado margen de pérdidas para los republicanos, tanto en la Cámara como en el Senado, es lo que dará la medida exacta de la impopularidad de un presidente que debe afrontar una mala coyuntura económica. Lo que sí parece cierto es que miles de norteamericanos que dieron el voto a Reagan en noviembre de 1980, confiando en que se cumplirían sus promesas electorales de recuperación económica, hoy pueden volverse contra el inquilino de la Casa Blanca. Otras previsiones van hacia el posible aumento de la abstención a las urnas, que se interpreta como un voto negativo entre unos ciudadanos que no creen en la Administración republicana de Reagan, pero tampoco confían en la alternativa que plantean los demócratas.
Antinueleares, 'verdes', feministas y minoritarios
Aparte de la polémica económica, que es la que determinará el voto actual al Congreso, los candidatos republicanos es difícil que, en general, puedan contar con los votos de las personas partidarias de una congelación de armas nucleares, de las mujeres, de los ecologistas o de las minorías étnicas o pequeñas formaciones políticas marginales.
La sensibilización contra el riesgo de una guerra nuclear, vivamente criticada por el secretario de Defensa, Caspar Weinberger, contribuirá también a un voto poco favorable para los candidatos del partido del presidente Reagan. Al igual que el de los defensores de la naturaleza, cuya principal preocupación se centra hoy en las políticas de concesiones de explotación minera y petrolera, ventas de terrenos estatales o regresión en los controles antipolución practicados por la Administración en la figura de su secretario del Interior, Watt.
Las mujeres norteamericanas, en particular las sensibilizadas con la organización NOIX (Organización Nacional de Mujeres), votarán igualmente candidatos liberales, en general del Partido Demócrata, como reacción a la insistencia y victoria de la Administración Reagan contra la enmienda constitucional para la igualdad entre el hombre y la mujer, o por los intentos de regresión en materia de aborto propuestos por la nueva derecha conservadora. Las mujeres norteamericanas cuentan con dos puestos en el Senado (entre cien) y veinte en la Cámara de Representantes (entre 435 puestos).
Aunque el juego político en EE UU está sólo centrado en los dos grandes partidos, Republicano y Demócrata, cuyos símbolos políticos se ilustran con un elefante y un burro, respectivamente, otras formaciones políticas minoritarias y muy marginales concurren a esas elecciones. No tienen ninguna posibilidad de enviar algún representante o senador al Congreso federal, en Washington. Sí, en cambio, sobre todo en los Estados del este americano, contarán con representantes en los Congresos estatales.
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