Beguin y sus barajas
A pesar de la creciente oposición que han suscitado las últimas de terminaciones del Gobierno israelí, la ascendencia política del primer ministro Menájem Beguin continúa siendo alta, según el autor. Sólo una fuerte humillación política y la caída de la euforia salarial podrían destruir la popularidad del beguinismo.
Cuando el Ejército israelí cruzó la frontera de Líbano hubo protestas aisladas (el partido comunista -cuatro escaños en el Parlamento-, algunos sectores del Mapam -el partido socialdemócrata aliado del laborismo-, otros grupos menores de izquierda). Cuando se inició el cerco de Beirut, el movimiento Paz Ahora reunió 100.000 personas en una manifestación antibélica, lo que no es poco en un país de cuatro millones de habitantes, y surgieron las primeras protestas entre oficiales regulares y de la reserva combatiente. Tras la matanza de Beirut occidental, otra manifestación de protesta llegó a las 400.000 personas, y Beguin tuvo que aceptar la formación de una comisión investigadora a causa de las presiones en su propia coalición de gobierno.Beguin, el ministro de Defensa, Ariel Sharon, y otros miembros belicistas del Gabinete sufrieron una derrota política: las encuestas de opinión indican que habrían perdido el apoyo de un 10% del electorado, creciendo el de la oposición en un poco más.
Pero esos hechos no deben llamar a engaño: esas mismas encuestas señalan que el partido de Beguin (Likud) obtendría 55 escaños sobre los 120 del Parlamento si hubiera ahora elecciones, seis menos que antes de la matanza, pero siete más que los 48 que obtuvo el año pasado, con las que logró la primera minoría y pudo formar Gobierno. La principal oposición (la alianza del Partido Laborista y Mapam) tendría sólo 39 escaños, ocho menos que en las últimas elecciones, y el resto de los partidos mantendría su caudal.
¿Cómo se explica esto? Porque Beguin maneja una mezcla de ultranacionalismo y populismo, apoyado en la persistencia de cierto bienestar económico, frente al deterioro y a la incapacidad de la oposición.
El laborismo, que prácticamente construyó el Estado y lo gobernó durante sus primeros treinta años, se convirtió en el establishment, en un aparato buirocrático político y gerencial, a través del manejo de las grandes empresas del Estado y de la central sindicalcooperativista (la Histadrut), que representan algo más del 30% de la economía, en compleja asociación con las corporaciones de capital privado. La ocupación de los territorios palestinos en 1967 sumó a la formación socilal isiráelí una colonia que provee, bajo ocupación militar, un mercado de consumo y de importación barata y mano de obra superexplotada en "tareas inferiores". Eso, además de proporcionar fáciles ingresos a grupos económicos ligados tanto al laborismo como al beguinismo, convirtió al nacionalismo típico de todas las sociedades modernas en un chovinismo con rasgos racistas que afecta a prácticamente toda la población judía.
Inmolación de Sharon
El beguinismo, que fue en su origen una organización ultranacionalista fascista, con ciertos rasgos aristocratizantes, fue recogiendo en treinta años de oposición el apoyo de esos sectores: obreros industriales y de los servicios (alrededor de un 60% del total), pequeños empresarios aplastados por la gran corporación pública y privada, habitantes de los barrios de "tercera categoría" o de "ciudades de desarrollo" poco exitosas. Esos judíos (en una gran proporción de origen asiático o norafricano) forman una masa que odiaal laborismo porque se siente postergada y explotada por él, y que compensa su resentimiento en el chovinismo antiárabe, detrás de un lider fuerte como Beguin. El apoyo de éste se deterioró en los años 1979-1980, cuando sus dos suscesivos ministros de Finanzas redujeron drásticamente el valor del salario en un proceso inflacionista superior al 100% anual. Pero aun cuando éste se mantiene, la compensación automática por el alza del coste de la vida (heredada del laborismo) y una politica demagógica de subsidios instaurados en vísperas de las elecciones pasadas, más un desenfrenado nacionalismo, llevaron la popularidad de Beguin al pináculo: según las encuestas, alcanzó el 82% de la opinión en plena guerra, antes de la matanza de Beirut.
Esa guerra, según expresas declaraciones del ministro de Defensa Sharon, no sólo debía servir para destruir a la OLP en Líbano, sino para aplastar moralmente a Siria, instalar un Gobierno amigo en Beirut y asegurar la anexión de los territorios ocupados. Tal plan ha fracasado, pero sólo una fuerte humillación política y la caída de la euforia salarial podrían destruir la popularidad de Beguin. Este lo sabe, y se prepara para. enfrentar la lucha diplomática por los territorios. Por eso probablemente se desprenda de Sharon, aprovechando su baja de popularidad en el Ejército para convertirlo en chivo expiatorio del fracaso, y llame a elecciones adelantadas tremolando nuevas banderas ultranacionalistas frente a la presión norteamericana y de una parte de la opinión pública local, que exigen concesiones territoriales y el reconocimiento del derecho palestino a la autodeterminación. El choque interno con el chovinismo será agrio y difícil, en gran parte por falta de un liderazgo que sólo podría proporcionar el laborismo y del que éste esincapaz.
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