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'Númerus clausus' en la facultad de Bellas Artes

Gabriela Cañas

El curso académico no ha empezado para todos. En la puerta de la facultad de Bellas Artes, una veintena de jóvenes se sientan todos los días, pancartas en mano, con la esperanza de que alguien haga algo, de que, simplemente, les den la posibilidad de estudiar aquello que les gusta. "Hemos aprobado la selectividad, así que no pueden dejarnos fuera. Es ilegal hacer númerus clausus -excepto en Medicina- y aquí lo están haciendo". La ley está de su parte, pero de momento, efectivamente, les han dejado fuera.A tenor de lo números, esta veintena debe ser la que realmente tiene vocación, porque lo cierto, según los datos facilitados en la secretaría de la facultad, es que han sido rechazados hasta unas setecientas peticiones, aunque las cifras no son exactas. "Ni siquiera tenemos esos datos aquí", dice Francisco Echauz, decano de la facultad, "pues esto lo llevan en el Centro de Cálculo de la Universidad. Ellos son los que están haciendo la selección y los que nos mandan las listas de los que van siendo admitidos".

El sistema de selección seguido hasta el momento es el de la nota conseguida en el examen de selectividad. Durante el mes de junio, ésta debía ser superior a 6,33. Después, dadas las protestas de los estudiantes, bajaron el tope hasta 5,73. Y la pasada semana consiguieron el ingreso quince peticiones más gracias a una nueva rebaja hasta 5,70. Una sola décima, pues, es capaz de frustrar una carrera.

El curso ha empezado, pero en Bellas Artes un total de veintidós asignaturas no pueden comenzar a impartirse por falta de instalaciones y profesores. "No tenemos ni caballetes", dice el secretario, "y los profesores están contratados por un determinado número de horas a la semana. No pueden hacer más por el mismo dinero. Dicen que no nos quejemos, que disponemos de veintisiete metros cuadrados por alumno. No se dan cuenta de que aquí el alumno no está sentado en una mesa todo el día. Tiene que pintar, tiene que modelar, tiene que tener visibilidad, luz natural'".

Sólo flincionan en España cinco facultades de Bellas Artes; de ahí el desbordamiento de las demandas de plazas. Antes, cuando no eran estudios universitarios, los estudiantes tenían que hacer un examen previo para entrar. Ahora sólo se hace el examen de selectividad, de manera que el que ha sacado muy buena nota por destacarse en matemáticas y física tiene abiertas las puertas de Bellas Artes, mientras que el poco aficionado a tales materias pero con aptitudes propias de un maestro de la pintura puede quedar fuera para siempre.

Contradicciones, sinsentidos, problemas que se repiten y son sabidos y sufridos todos los años. Se acumulan las peticiones rechazadas, algunos quijotes insisten un curso detrás de otro para estudiar lo que quieren, porque además no hay estudios parecidos, como puede pasar en Medicina, donde a los rechazados se les envía a Biológicas o Veterinaria. Y al final queda siempre el Ministerio de Educación como un muro, sordo ante cualquier petición, desesperadamente lento en el mejor de los casos -"tenemos pedidos dieciséis profesores para este año. Si nos llegan, ya será como muy pronto para enero"-. Todos los años por estas fechas se repite la misma historia, la misma frustración. Y el encogimiento de hombros es general. "Van a entrar este año más alumnos que en Medicina y la diferencia de instalaciones y medios es notable", dice el decano. "No podemos hacer nada. Esta situación es casi ancestral.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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