_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Josep Renau ha muerto; su obra vive

El pintor y cartelista valenciano Josep Renau será enterrado hoy en Berlín Oriental, en una ceremonia que tendrá carácter oficial, organizada por el Ministerio de Cultura de la República Democrática Alemana. En este pais vivió Renau su exilio desde 1958, después de veinte años en México, donde residió a partir del final de la guerra civil española. El pintor, que disfrutaba la nacionalidad alemana, será enterrado en Berlín Oriental por expreso deseo de sus familiares, y al sepelio asistirán personalidades de la cultura valenciana, así como un representante de la Fundación Renau. El pintor murió el pasado 11 de octubre, cuando contaba 75 años de edad.

EL PAIS ha publicado en los últimos años valiosos datos testimoniales relativos a la vida y la obra de Josep Renau, el pintor valenciano de nombre universal fallecido recientemente en la República Democrática Alemana, donde residía desde 1958. Es lógico suponer que los lectores conocen los rasgos fundamentales que enmarcan la recia personalidad del artista, como autor de carteles fuera de serie, patriota de relevantes méritos, que protagonizó, como director general de Bellas Artes, el salvamento del patrimonio nacional artístico durante la guerra de 1936-1939; su colaboración en México con David Siqueiros en la creación de grandes murales históricos.Todo esto es sabido y mi modesto propósito se reduce a mostrar, con ayuda de algunos recuerdos personales, la coherente personalidad del gran Josep Renau, como artista y hombre de nuestra época, en su triple vertiente de pensar alto, sentir hondo y hablar claro en el idiorría de las artes plásticas.

Conocí a Josep Renau, con su admirable esposa, Manolita Ballesteros, también pintora, durante el año 1932, en una reunión de comunistas celebrada en el bar ruzafeño llamado La Ferroviaria. Un año después, al ser galardonado con el primer premio por un cuento infantil en el concurso organizado por la revista Orto, recibí la primera ayuda del artista, pues fueron ellos quienes lo ilustraron, sin lo cual seguramente no se hubiera publicado.

Por mi actividad política debía visitar frecuentemente la casa del artista, ubicada en la calle de Alboraya, de la que no salí nunca sin que me obligaran previamente a comer, pues conociendo mi situación de parado se esforzaban en ayudarme, sin el menor asomo de humillación.

Más tarde, en 1937, recibí de Josep Renau la mayor ayuda que podía darme: pintó especialmente el famoso cartel del brazo en alto, empuñando un fusil, con la consigna que se hizo tan popular en los pueblos valencianos: "Defended la pequeña propiedad".

Puede decirse que este cartel, pegado en los lugares céntricos de cada población, fue como. un banderín de enganche para constituir la Federación Provincial Campesina, de la que fúi secretario y llegó a contar con 70.000 afiliados.

Esta toma de posicion en defensa de los campesinos valencianos hizo que también su esposa, Manolita Ballesteros, cuando se hallaba en estado interesante de su hija Julia, continuara participando en los actos públicos, afrontando los riesgos que esta postura conllevaba.

En relación con los obreros, quiero recordar dos hechos concretos de Josep Renau. En 1933, cuando también el problema del paro era preocupante en el país, escribí un manifiesto en el que pedía a todos los trabajadores que se sacrificaran por sus compañeros formando un fondo de ayuda con parte de sus donativos. Cuando el amigo Renau vio el proyecto se apresuró a borrar este párrafo, aclarándome que la cuestión del paro debía resolverse con la lucha, mediante la ayuda del Estado y fomentando la iniciativa empresarial.

También por las mismas fechas de 1933, el día que salí de la prisión, Josep Renau me entregó un paquete de manifiestos escritos por él para repartirlos entre los obreros de la fábrica de productos químicos cuyo propietario era don Antonio Noguera.

Finalmente, por el mes de mayo del presente año, cuando estuve nuevamente en Valencia, supe por su hermano Juan que el artista había regresado a la República Democrática Alemana, pues, pese a los buenos propósitos de la fundación que lleva su nombre, muchas de las promesas hechas por algunas autoridades para crearle condiciones que propiciaran su repatriación quedaron en calendas graecas, es decir, promesas en las mesas...

Pero también he sabido que la ingente obra creada por el gran artista se ha convertido en bandera enarbolada por la juventud; así se deduce de los versos que dedica a Josep Renau la joven poetisa María José Bartual Yuste, en su libro Horas de soledad."No sé qué puedo regalarte, /no sé si además te gustaría. /Sólo sé que todo tú eres arte, /sólo sé que todo tú eres poesía".

Yo, con motivos sobrados para conocer a mis compatriotas, estoy seguro que la deuda impagada que tenemos todos nosotros con Josep Renau, orgullo de la democracia y el patriotismo valenciano, tendrá pronto reflejo en obras concretas que inmortalicen su creación y, con ella, los más nobles ideales de nuestra época.

Julio Mateu es poeta valenciano y miembro de la Unión de Escritores de la URSS.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_