Siria teme ser desplazada por Jordania como aliada de la resistencia palestina
El primer viaje significativo a Amman, desde hace doce años, de Yasir Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), del 9 al 13 de este mes, y la multiplicación de sus encuentros con el rey Hussein, han puesto espectacularmente de relieve el deterioro de las relaciones entre la resistencia palestina y el régimen sirio del presidente Hafez el Asad, que teme ser desplazado por Jordania como aliado privilegiado de los palestinos y quedar al margen de una eventual negociación.
En menos de una semana, Damasco ha atacado dos veces a la dirección palestina. El pasado lunes, su ministro de Información, Ahmed Iskander Ahmed, puso en duda la representatividad de Arafat para hablar con el monarca hachemita en nombre de la central palestina, y el miércoles, la agencia oficial siria, Sana, distribuyó un comunicado en el que varios grupos integrados en la OLP condenaban la visita a la capital jordana del líder palestino.Tanto Abu Jihad, comandante en jefe adjunto de las fuerzas palestinas, como militantes palestinos de los mencionados grupos que se pusieron en contacto con sus colegas en Damasco, desmintieron la autenticidad del comunicado, y otras fuentes palestinas de absoluta solvencia aseguraron que sólo algunos responsables de pequeñas organizaciones llegaron a firmar el texto difundido por Sana, porque varios funcionarios sirios les habían convencido de que Arafat y Hussein habían acordado en secreto respaldar el plan de paz norteamericano para Oriente Próximo.
Escasa ayuda militar
Las relaciones sirio-palestinas empezaron a deteriorarse durante la reciente guerra de Líbano, cuando algunos dirigentes de la OLP se quejaban de la escasa ayuda que les brindaba Damasco. Arafat puso de manifiesto su descontento al evacuar Beirut en barco rumbo a Grecia, en vez de, como estaba inicialmente previsto, salir por carretera hacia Damasco.Después en la cumbre árabe de Fez, Hafez el Asad fue el único jefe de delegación que no acudió, el 6 de septiembre, a esperar a Arafat al aeropuerto. Dieciocho días más tarde, cuatro grupos palestinos, presionados por Siria, hicieron público en Damasco un comunicado en el que rechazaban el séptimo punto de la resolución final adoptada en Marruecos, en el que se reconoce implícitamente el derecho a la existencia de Israel.
Un batallón palestino va a ser retirado de Siria para instalarle en Jordania, según anunció El Ahmed, jefe de la oficina de la OLP en Animan, en una prueba más de la tensión persistente entre Damasco y la central palestina, y es harto dudoso que la reunión de noviembre del Consejo Nacional Palestino (Parlamento en el exilio) se celebre, como es costumbre, en la capital siria.
Las relaciones sirio-palestinas se encuentran ahora probablemente en su punto más bajo desde que en junio de 1976 los fedayin se enfrentaron a Siria en Líbano. No obstante, Damasco siempre ha mantenido la expectativa de poder apadrinar a la OLP y utilizarla parcialmente para sus propios fines de política exterior.
Al verse desplazado como aliado privilegiado de la OLP, el régimen baasita sirio reacciona manipulando a los movimientos palestinos que controla como la Saika o el Frente Popular de Liberación de Palestina, mando general. A todos estos motivos de tensión de índole política se añade la antipatía personal que caracteriza las relaciones entre Hafez el Assad y Yasir Arafat.
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