Genscher tiene dificultades para mantener la presidencia del Partido Liberal de la RFA
El resultado conseguido por los liberales (FDP) en las elecciones del domingo en Baviera, el peor alcanzado por este partido en toda la historia de la República Federal de Alemania, como lo fue hace dos semanas el de Hesse, aumenta las dificultades del ministro de Asuntos Exteriores, Hans-Dietrich Genscher, para conservar la presidencia del FDP.
Hace unos días, en Nueva York, Genscher le dijo a su colega soviético, Andrei Gromiko: "No cambie una coalición, porque la cosa no es nada fácil". Por tercera vez consecutiva, tras Hamburgo y Hesse, ahora también en Baviera los liberales (FDP) se han quedado fuera del Landtag.En el último mitin del FDP en Munich, Genscher fue recibido con pancartas que decían "Hans-Dietrich Gangster". Pero más que las injurias personales de los manifestantes, al escurridizo político le dañaron el pasado fin de semana los electores de Baviera y el congreso de los liberales de Baden-Würtenberg.
Este Estado federado está considerado como la cuna del liberalismo alemán, y el FDP está orientado hacia la derecha. Baden-Würtenberg tiene, después de Renania del Norte y Westfalia, la agrupación más numerosa del FDP en la RFA. Con una considerable mayoría, el congreso del FDP de BadenWürteriberg votó contra la permanencia de Genscher en la pyesidencia del partido.
La amenaza de ruptura
El cese de Genscher ante el próximo congreso del FDP el 5 de noviembre en Berlín Oeste es quizá la única posibilidad de evitar una ruptura del partido entre liberales progresistas y conservadores, y al mismo tiempo la última ocasión para intentar lavar la cara al FDP cara a las elecciones federales, que parece se celebrarán el próximo 6 de marzo.Genscher, actualmente, es un político impresentable, con unos índices de rechazo en la poblacion superiores a Strauss, el prototipo del maniobrero y oportunista, interesado únicamente en conservar la poltrona ministerial.
Ayer apareció publicado en el semanario Der Spiegel un relato sobre Los últimos treinta días del canciller Helmut Schmidt, escrito por su hombre de confianza, el ex portavoz del Gobierno Klaus Boelling, que presenta una imagen demoledora de Genscher. Boelling califica a Genscher como un político conservador, que trata de adaptarse al "signo de los tiempos" y con unas convicciones basadas en los sondeos de opinión. "El inhala las cifras demoscópicas como un drogado".
Según Boelling, para Genscher el liberalismo es un puro adorno, y en la pasada crisis de Gobierno en Bonn, Ia única cuestión importante era saber con cuál de los dos grandes partidos podía llegar en 1984 al poder y sus prebendas". ,
Genscher tendrá que tomar una decisión cara al congreso del FDP en Berlín Oeste. En su partido ya se buscan soluciones de recambio, sobre todo, una figura capaz de conseguir la integración de los grupos divididos a raíz del "cambio de pareja" en Bonn.
El tiempo apremia a tos liberales, porque para el 19 de diciembre habrá nuevas elecciones, por segunda vez en poco más de seis meses, en la ciudad-Estado de Hamburgo.
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