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Ronald Reagan ofrece a México una cooperación abierta, sin condicionamientos políticos

Tres mil kilómetros de frontera común son una buena razón para que Estados Unidos conceda a sus relaciones con México una "alta prioridad", según términos empleados por un portavoz de la Casa Blanca. Esto explica que Ronald Reagan, en su entrevista del pasado viernes con Miguel de la Madrid, ofreciera al país vecino una cooperación abierta sin pasar por ello factura política, al menos de inmediato.

La Administración norteamericana no ha ocultado en las últimas semanas su temor ante la posibilidad de que una crisis económica profunda y duradera pueda desencadenar en México un proceso a la centroamericana. Esta preocupación parece haber aumentado tras el informe fuertemente pesimista que elaboró William Clark, director del Consejo Nacio nal de Seguridad, tras una reciente visita a México.

En este momento, México preocupa más al Gobierno Reagan por sí mismo que por sus actitudes en Centroamérica. De ahí que en sus tres horas de conversaciones los dos políticos dedicasen apenas unos minutos a la cuestión centroamericana, según han reconocido las dos partes, y hablasen largo y tendido sobre economía.

Miguel de la Madrid dijo a Reagan, entre otras cosas, que su país va a firmar muy pronto el convenio con el Fondo Monetario Internacional, pero añadió que no le basta con eso (cuatro mil millones de dólares). México necesita otro tanto, que tendrá que conseguir en la banca internacional y fundamentalmente en la norteamericana. Más allá de la conversacion privada, Reagan quiso en su brindis del almuerzo hacer pública la oferta de cooperación.

Por esto y por el clima cordial que presidió todo el encuentro, un portavoz mexicano manifestaba al final su satisfacción porque la entrevista se hubiera desarrollado en un clima "mucho mejor de lo esperado". Según su versión, ambos políticos coincidieron en que México podrá resolver sus problemas económicos más agudos a corto plazo.

Poco tiempo para Centroamérica

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Esta apreciación fue confirmada luego por uno de los miembros del equipo norteamericano que asistió a una parte de las conversaciones. "Reagan conoce los problemas actuales de México", dijo; "sabe que son graves, pero confía en que podrán ser superados".La misma fuente añadió que las cuestiones económicas habían ocupado tanto tiempo que el tema centroamericano sólo fue abordado al final, en términos muy generales y sin aludir al plan propuesto recientemente por López Portillo y Herrera Campins. "Aunque no estamos de acuerdo con México en este tema", dijo, "sí lo estamos en la necesidad de conversar frecuentemente sobre el tratamiento que debe darse al conflicto de Centroamérica".

Todas las fuentes estadounidenses consultadas opinaron que México va a continuar con Miguel de la Madrid la misma línea política que ha venido sosteniendo López Portillo.

Pero, a diferencia de otras ocasiones, esta vez la delegación norteamericana no parece dar excesiva importancia al hecho. En parte porque ya López Portillo se ha acercado a las posiciones del Departamento de Estado, al asumir en público como una condición para la paz que los sandinistas dejen de apoyar a los grupos guerrilleros. En parte también porque en las preocupaciones norteamericanos el istmo ha pasado a segundo término ante el temor que genera el futuro de México.

Las divergencias sobre Centroamérica no parecen ya determinantes del trato que dé Estados Unidos a su vecino del Sur. Uno de los miembros de la delegación mexicana aseguró a este respecto que los dos presidentes coinciden en los objetivos, aunque no en la política a seguir en esta región de América.

"Pero los dos están de acuerdo en que cada cual por su lado puede hacer mucho por conseguir la meta común, que es la paz". De momento, ya concertaron una nueva entrevista, ésta oficial.

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