Oposiciones: una enfermedad moderna

Estas líneas son para anunciar a la opinión pública, en general, y a los profesionales vinculados a la enseñanza estatal, en particular, que acabo de perder mi capacidad de asombro, que soy un enfermo más de esta modernísima y rara epidemia. Contraje esta enfermedad de la forma siguiente: voy a oposiciones en el turno libre para el ingreso en el Cuerpo de Profesores Agregados de Institutos Nacionales de Bachillerato, celebradas en Madrid el pasado mes de julio. Allí ya se me empezaron a manifestar los primeros síntomas al tener conocimiento de los baremos aplicados según el BOE a los opositores con años de interinidad. Se me iba embotando la sensibilidad. De Madrid, como resulta que apruebo la oposición en el turno libre, vengo contento, experimento una ligera mejoría. Pero, ¡ay de mí!, mis ilusiones de curación eran vanas: la aparente mejoría no era sino elpreludio de una fatal recaída. Cuando empiezo a preguntar a qué sitio puedo ir destinado y cómo se eligen las plazas, doy al fin en este estado en que me hallo. Resulta que para la elección de plazas estoy, por causa de haber aprobado en el turno libre -sin puntos, . por no haber estado contratado en institutos-, en el último lugar del orden que el Ministerio establece, y me entero de que incluso los penenes que no han ido a la oposición o no la han ganado van a elegir antes que yo, que aprobé. ¿Que cómo sucede esto? No lo sé. El orden de elección viene fijado en. una circular de la Dirección General de Personal del MEC. No creo que vuelva a asombrarme de nada más, pero lo sigo intentando: ¿en virtud de qué principios de equidad, justicia y méritos regula la circular el orden de petición de plazas para este curso? Mi única esperanza de curación es que vuelva a asombrarme. /Pasa a la página 12