Los más allegados a Aldo Moro empiezan a desfilar ante los jueces
Una nueva audiencia de la segunda fase del proceso Moro, considerado el juicio del siglo en Italia, se desarrolló ayer. Ante los magistrados y los jueces han empezado esta vez a desfilar personajes de primera plana -como los hermanos del famoso estadista, su director espiritual, sus más estrechos colaboradores políticos-, mientras se espera con curiosidad la presencia en la sala de personajes políticos como el democristiano Giulio Andreotti, entonces presidente del Gobierno, y de Bettino Craxi, secretario general del partido socialista.
El 7 de octubre, el tribunal tendrá que poner punto final al proceso y dictar sentencia. Pero todo hace pensar que los mil misterios que giran alrededor de este asesinato quedarán sin resolver. Y es que, después de cada declaración de los testigos, la madeja se hace más compleja.Ayer mismo, el hermano de Moro, Alfredo Carlo, presidente del Tribunal de Menores de Roma, hizo una importante declaración. Según él, en toda la historia del secuestro todos los hermanos de Moro se quedaron al margen del asunto por voluntad expresa e irrevocable de la esposa del estadista, Eleonora Moro, una mujer de mucho temperamento, que se enfrentó con el partido de su marido, acusándolo de no haber hecho todo lo suficiente para salvarle la vida.
"Por eso", ha afirmado Carlo Moro, "nosotros, los hermanos, no pudimos tener ningún contacto con los terroristas. Podíamos sólo leer los diarios". Según este testimonio, las cartas de Aldo Moro desde la cárcel del pueblo donde se encontraba, no eran completamente falsas, pero tampoco estaban escritas con plena libertad.
Y otro de los capítulos más oscuros del secuestro y asesinato de Aldo Moro es el papel que desempeñó en aquellos 55 días el sacerdote Antonello Mennini, que fue quien estuvo en contacto telefónico continuo con las Brigadas Rojas sin que, misteriosamente, los servicios secretos italianos intervinieran. Este sacerdote, que es hijo del brazo derecho del famoso arzobispo Paul Marcinkus, presidente del Banco Vaticano, compareció ayer ante el tribunal.
Para escuchar las declaraciones del sacerdote Mennini, el tribunal celebró el martes una sesión nocturna a puerta cerrada, ya que era necesario escuchar las conversaciones telefónicas del cura con los brigadistas, conversaciones que caen bajo secreto judicial.
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