Menájem Beguin consigue que el Parlamento israelí rechace una investiación sobre el masivo asesinato de refugiados
Al final de uno de los debates más tumultuosos, dramáticos y dolorosos en la historia parlamentaria de Israel, el Kneset ha rechazado una moción de la oposición que pedía el examen por una comisión parlamentaria de las circunstancias en que se produjo la matanza de refugiados palestinos en dos campos de Beirut. Una moción que exigía la dimisión del ministro israelí de Defensa, Ariel Sharon, fue también rechazada.
Ambas cosas eran previsibles. Los observadores políticos en Jerusalén recibieron con la misma ausencia de sorpresa el acuerdo conseguido entre los ministros religiosos y el jefe del Gobierno Beguin. Los miembros confesionales del Gabinete habían amenazado previamente con dimitir si no era aceptada por Beguin su petición de "examinar en profundidad" los hechos sangrientos de Beirut.Pero nadie en el Parlamento había tomado en serio tales amenazas. Al cabo de tres horas de negociaciones de pasillos, los ministros religiosos se contentaron con la promesa de Menájem Beguin, formulada así: "el Gobierno estudiará próximamente los mejores medios para someter los trágicos acontecimientos de Beirut a un examen apropiado".
Igualmente esperado era el rechazo del ministro de Defensa, Ariel Sharon a asumir cualquier responsabilidad por la matanza de la semana pasada. A pesar de que los asesinatos masivos se perpetraron en una ciudad, Beirut, ocupada y controlada por el Ejército israelí. Más grave aún: las milicias falangistas entraron en los campos palestinos -Sharon mismo lo admite- con el acuerdo del alto mando israelí, y fueron asistidas en su misión (se supone que era la caza de terroristas) con bengalas luminosas disparadas por el Ejército hebreo.
Todos los miembros de la coalición gubernamental votaron contra las mociones de la oposición, a excepción de dos: el ministro de Energía, Isaac Berman, miembro del ala liberal del partido Likud, que votó por la creación de una comisión investigadora y ha dimitido de su puesto, y el diputado, también perteneciente al ala liberal del Likud, Ror Zeigerman.
En su intervención, Beguin acusó a la oposición de no pararse ante nada, "incluso ante las más bajas calumnias dirigidas contra el Ejército israelí", con tal de hacer caer al Gobierno: "¡Vergüenza para usted, señor Peres; usted intenta aprovecharse de una catástrofe para intentar conseguir sus mezquinos objetivos políticos".
Peres, líder del partido laborista, exigió la dimisión de Menajem Beguin y Ariel Sharon, "cuya ideología megalómana ha envenenado al pueblo con sueños de grandeza que se han transformado en pesadilla". El jefe de la oposición acusó al Gobierno Beguin de haber conseguido, con su política, "un aislamiento internacional de Israel y una división popular sin precedentes".
Peres pidió al Parlamento que desautorizara una política que "ha abandonado el sionismo creador y humanista, inspirado en los profetas hebreos, por un sionismo ultranacionalista basado en la fuerza y en una geopolítica estrecha".
El diputado centroizquierdista Amnon Rubinstein, profesor de Derecho, en nombre "de los valores morales del pueblo judío y de Israel", pidió la investigación argumentando así: "Cuando los portavoces oficiales dan sucesivamente versiones contradictorias, cuando no mentirosas, de los mismos acontecimientos, es necesario investigar; cuando el ministro de Defensa sabe desde el viernes que los falangistas están asesinando civiles, viejos, mujeres y niños palestinos, y no hace nada hasta el sábado para detener la carnicería, hace falta investigar".
Por 48 votos contra 42, la mayoría parlamentaria rechazó las peticiones de la oposición y salvó al Gobierno de una crisis interna que la víspera se anunciaba como grave.
Mientras los diputados de los diferentes partidos se lanzaban al rostro las peores acusaciones en un Kneset en ebullición, los árabes palestinos seguían unánimemente una huelga total, lo mismo en los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza que en los pueblos y aldeas árabes en Israel.
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